STEPHEN COLLINS FOSTER
Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Romanos 8:26.
El viento silbaba alrededor de la casa en Youngstown, Ohio, arrastrando la nieve y formando montículos. Stephen Foster, de diez años de edad, que entonces visitaba el lugar con su mamá y su hermano, estaba aburrido.
-Cómo quisiera que papá me mandara ese cancionero cómico que me prometió -suspiró Stephen-, Entonces lo podría usar para tocar una tonadita.
-¿Qué es un cancionero cómico? -preguntó su hermana mayor.
-Es un silbato chirriante de lata -le respondió Stephen-, Nadie más puede sacarle una melodía, pero creo que yo sí podría, si tuviera uno. -Entonces ¿por qué no le escribes a papá y se lo recuerdas? -¿Corregirías mi ortografía para que esté perfecta cuando la reciba papá?
-¡Nada de eso! -le dijo Etty firmemente.
Stephen hizo lo mejor que pudo, pero no resultó muy bien. La página escrita tenía manchas de tinta por todos lados, y él estaba seguro de que había algunas palabras que no estaban bien escritas. Decidió enviársela a su padre de todas maneras. Hubo por lo menos doce errores de ortografía. Veamos si los puedes localizar todos:
“Youngstown 14enro 1837 “Mi querido padre,
“Deseo que me envíes el cancionero cómico, puesto que me lo prometiste. si tuviera mi lápiz podría hacerle rayas al papel o si tuviera el dinero para comprar Tinta negra Pero si tuviera mi silbato estaría tan emocionado con él que no creo que escribiría en absoluto. Siempre te amará tu hijo Stephen C. Foster”.
El papá de Stephen descubrió cada uno de los errores. Le regresó la carta a su hijo con esta nota: “Te enviaré el cancionero cuando hayas corregido todos los errores que hay en esta carta”.
¿Será Dios así? ¿Nos pide corregir todos nuestros errores antes de contestar nuestras oraciones? ¿Nuestras peticiones deberán ser perfectas, sin errores gramaticales ni nada, antes de atender nuestras necesidades?
No. Dios comprende bien nuestras debilidades y limitaciones. Sabe cuánto empeño ponemos en lo que hacemos. El Espíritu Santo corrige cada uno de los errores, de modo que, cuando llegue al Trono de la gracia, sea una oración perfecta, que contenga exactamente lo que necesitamos decir. ¡Qué grandioso!