ESCAPE DE LA TRAMPA
“Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora” (Sal. 91:3).
De los cuatro gatos que tenemos, Fígaro es “nuestro bebé”. No solo porque es el más joven, sino porque, a pesar de que ha crecido hasta convertirse en el segundo más grande, continúa siendo juguetón. Le encanta jugar a “traer cosas”, y cree que toda envoltura plástica es un juguete. Su posición favorita es acostado sobre los hombros de mi yerno Christopher. Su juego favorito son las escondidas; puede esconderse en una cesta, una bolsa, una caja o un estante de libros, donde se sienta cómodo y seguro.
Un día, Christopher estaba limpiando su oficina porque se había vuelto intransitable, con tantas pilas de papel. Fígaro se nombró a sí mismo como ayudante y saltaba sobre los hombros de Christopher de vez en cuando, a medida que él echaba más y más papeles a la basura. Entonces Fígaro echó un vistazo rápido, para determinar cuál era el foco de atención de su amo; inmediatamente saltó de lleno a ese lugar, se sentó y comenzó a ronronear. Flabía pasado poco tiempo, cuando la bolsa de basura estaba completamente llena y la oficina se veía un poco mejor. Entonces Christopher llevó la bolsa, que estaba demasiado pesada, hasta el contenedor de basura. Una hora más tarde, escuchó un alboroto en la puerta de la cocina. Cuando abrió, una bola de pelos pasó junto a él y corrió buscando seguridad en la habitación principal. Siguiendo una corazonada, Christopher se propuso investigar la bolsa de basura que había tirado al contenedor. Efectivamente, había un enorme agujero… ¡a través del cual Fígaro se había fugado!
Más tarde, mientras escuchaba la historia de la liberación de Fígaro de una bolsa de basura, me acordé de la promesa de Dios en los tiempos del rey David: “Solo él puede librarte de trampas ocultas”. Cuando Fígaro se echó en esa enorme bolsa de basura para dormir, no le pareció una peligrosa trampa. En mi caso, mi vida ocupada y mis actividades lúdicas no parecen peligrosas; incluso parecen muy divertidas. Pero luego me doy cuenta de que a veces me alejan de mi “Dueño”. Por eso estoy agradecida a Dios, por la promesa de Aquel que le dio a Fígaro las fuerzas y el valor necesarios para salir de su trampa. Dios me las dará a mí también, incluso en aquellos momentos en los que haya caído en una tibia y acogedora trampa.
Leonardine Steinfelt