Jesús les dijo: «Cuando ustedes oren, digan: “Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino”» (Lucas 11:2).
«PADRE, SANTIFICADO MAR TU NOMBRE. Venga tu reino», para dar igualdad de bienes materiales a todos los hombres, ya que mientras una pequeña parte del mundo goza de comodidades, confort y riquezas, existen millones de personas que suspiran por un bocado de pan, porque viven en una humillante pobreza .
«Padre […] venga tu reino», para que determinen las injusticias relacionadas con el género, la nacionalidad, la raza o la edad. Es tan triste escuchar el alarmante aumento del tráfico de niños para ser explotados sexualmente, mientras las autoridades de cada país simulan no conocer a los culpables. Padre, es tan doloroso ver a los miembros de lo que fuera de un hogar feliz, poner fotografías en periódicos y revistas, con el deseo suplicante de volver a encontrar con ese hijo desaparecido.
«Padre […] venga tu reino», para que desaparezcan para siempre las alergias, las enfermedades y la muerte. Porque, aunque la ciencia avanzó mucho en el área de la medicina, aun así, multitudes se agolpan en los hospitales públicos mendigando salud, haciendo largas filas para ser atendidos y rogando conseguir medicamentos, que muchas veces están fuera del alcance económico del enfermo.
«Padre […] venga tu reino», para que multitudes de jóvenes de todo el mundo dejen de desperdiciar sus vidas tras el alcohol y las drogas. Parece increíble que haya personas sin escrúpulos que se ganen la vida o se enriquezcan ofreciendo sustancias adictivas, que enferman, atrofian y matan a jóvenes que pueden tener un futuro brillante.
«Padre […] venga tu reino», para que termine la promiscuidad sexual que se filtra en cada rincón de nuestra sociedad. Porque las imágenes publicitarias, películas, internet, música, periódicos y todo medio de información solo le dan prioridad a la ganancia económica y, sin ningún tipo de vergüenza, rebajan cada vez más la moral de sus contenidos, mostrando a hombres y mujeres en una notable connotación erótica.
«Padre […) venga tu reino», para que cada hogar vuelva a ser lo que tú planeaste en el Edén: un lugar de amor, paz, armonía y seguridad. Porque solo tú puedes lograr que las promesas de amor se cumplan para toda la vida, que cada cónyuge sea fiel física y mentalmente, y que cada padre luche para el bienestar de todos sus hijos.
«Padre […] venga tu reino», para que tu iglesia se convierta en la iglesia triunfante. Todos tus hijos en la redondez de la tierra deseamos que «venga tu reino». Por favor, no tardes. Te necesitamos. Amén.