Lunes 11 de Noviembre – PUREZA – Devocion Matutina para Jóvenes

PUREZA

Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? Génesis 39:7-9.

José estaba solo. A los 17 años de edad, fue arrancado de su hogar monoteísta y llevado a una tierra pagana, a Egipto, reino milenario que adoraba a miles de dioses. Ahí, el hijo del millonario Jacob fue sometido a la esclavitud más humillante, a trabajos rudos y a tentaciones poderosas.

La mujer de su amo Potifar era bella en extremo. El ángel del mal trabaja muy bien. Aprendió la excelencia en el cielo, pero la utiliza para hacer daño. Utilizó a esa mujer voluptuosa para querer corromper a José. La tentación sexual era constante. Las hormonas de José trabajaban tan bien como las tuyas. No era eunuco. En Egipto, los amos podían disponer de sus esclavos a su antojo. La mujer de Potifar quería ejercer su derecho. Pero José no cedió. Entonces la misericordia de Dios lo destinó a la cárcel. Ahí había sufrimiento, pero no tentación.

José decidió ser puro. En su familia había evangelio, pero poca pureza. Era la familia que Dios eligió para representarlo en la tierra, pero su padre Jacob tenía cuatro mujeres. Rubén, su hermano mayor, tuvo un encuentro sexual con una de esas mujeres, con Bilha, la sierva que Labán le dio a Raquel cuando se casó con Jacob.

José pudo razonar que Dios lo había abandonado en la tierra de su esclavitud. Pudo excusarse en la poligamia de su padre, seguir el ejemplo de su hermano incestuoso, y probar la fruta prohibida. Prefirió ser diferente: honrar a Dios y a su amo Potifar.

Tú también puedes llegar a ser como José: un joven consagrado a Dios, trabajador, discreto y respetuoso; una señorita diáfana y decente. Las relaciones sexuales son exclusivas del matrimonio. Si no te has casado, espera el día en que firmes el acta de matrimonio.

La próxima vez que llegue la tentación sexual, recuerda a José.

Radio Adventista

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