LOS TRES NIÑOS
“Y Elcana se volvió a su casa en Ramá; y el niño ministraba a Jehová delante del sacerdote Elí” (1 Samuel 2:11).
El 11 de diciembre de 1946 fue un día histórico. En Nueva York, la Asamblea General de las Naciones Unidas crea el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia o UNICEF. Esta entidad se encarga de proveer de ayuda humanitaria y de desarrollo a niños y madres en países en desarrollo. Originalmente, el objetivo central era ayudar a los niños de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Hoy UNICEF trabaja en más de 190 países.
Es muy positivo ayudar y proteger a los niños. Jesús dijo en Mateo 18:3 que, si no nos volvemos como niños, no entraremos en el Reino de Dios. Es que los niños son sinceros, confiados, inocentes, nobles, puros… y, en la mayoría de los casos, dependientes de los adultos para subsistir.
La Biblia rebosa de historias de niños que nos enseñan lecciones maravillosas. Veamos solo tres de ellos.
1. Samuel era un niño, pero estuvo dispuesto a escuchar la voz de Dios para convertirse en el líder espiritual de Israel. Su respuesta: “Habla, Señor, porque tu siervo oye” (1 Sam. 3:10) es un himno a la obediencia plena, la lealtad constante y la consagración completa.
2. La sierva de Naamán era una niña esclava en una nación pagana. Aun así, no dudó en testificar acerca del Dios verdadero, ante la situación de terrible enfermedad de Naamán. Su consejo: “Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra” (2 Rey. 5:3) es un himno al coraje misionero, el valor comprometido y la fe absoluta.
3. Josías era un niño de solo ocho años cuando asumió el trono de Judá, y fue un rey bueno, que temió a Jehová. La descripción que de él se da: “E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda” (2 Rey. 22:2) es un claro manifiesto de resolución firme, propósito inquebrantable y determinación santificada.
Hoy puede ser un día histórico, si te comprometes a cuidar, ayudar, proteger a un niño, y si tomas las cualidades positivas de ellos; cualidades que te permitirán llegar el reino de los cielos.
“Los niñitos no manifiestan sentimientos de superioridad ni se sienten aristócratas. Son sencillos y naturales en su aspecto. Cristo quiere que sus seguidores cultiven modales carentes de afectación, para que todo su comportamiento sea humilde y semejante al de él” (Elena de White, Cada día con Dios, p. 180).