TÚ ERES LA GLORIA DE DIOS
“Así todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejarnos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu” (2 Cor. 3: 18).
¿Sabías que al vivir una vida consagrada a tu Señor eres su gloria? Y ¿Cómo puede suceder esto?
Visualicemos la escena de Jesús orando en el Getsemaní justo antes de su crucifixión. Arrodillado allí, en el suelo, orando a su Padre, hizo una declaración sorprendente: que la gloria que él había recibido, se la había dado a quienes creían en él (Juan 17: 20-22). Somos nosotros; hoy, ahora. Definitivamente, tenemos que preguntarnos ¿qué implica la gloria de Dios? ¿Cómo se puede explicar esto? ¿Es una luz brillante del cielo; una ola de resplandor indescriptible, imposible de observar, ante nuestros ojos, o algo totalmente diferente?
Justo antes de que Moisés construyera dos tablas de piedra, con los Diez Mandamientos escritos, ya que había destrozado las primeras contra el suelo, hizo un pedido audaz a su Señor: “Déjame verte en todo tu esplendor” (Éxo. 33: 18).
En ese momento, el Señor descendió en una nube y proclamó: “El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad” (Éxo. 34: 6).
Ahora tenemos la respuesta a la pregunta: ¿Cómo podemos nosotros ser la gloria de Dios? Somos transformados a “la misma imagen” de Dios cuando demostramos preocupación y aliviamos sufrimientos; al ministrar a personas que necesitan desesperadamente del Señor, al demostrar compasión aun cuando nuestra familia y amigos no alcancen nuestra norma.
En el atrio de una iglesia, luego del rito de Santa Cena, una hermana se arrodilló ante una anciana y le lavó los pies. La anciana había expresado su decepción, al haberse perdido la primera parte del rito. ¿Piensas que esta mujer que lavó los pies a la otra, totalmente fuera de horario, podía ser calificada como alguien que vivía la gloria de Dios? ¿Y la pareja que ofreció su patio delantero para que dos mujeres dolidas tuvieran un lugar donde enterrar a su amada mascota y venir a llorar por él?
Has recibido y vives la gloria de Dios. ¿De qué manera tu vida privilegiada podría ser más gratificante, emocionante y satisfactoria?
MYRNA TETZ