Martes 26 de julio 2016. Matinal jóvenes – Lo que hace un plato de comida

Martes 26 de julio 2016. Matinal jóvenes – Lo que hace un plato de comida

Esto hizo Esaú, que por una Sola comida vendió sus derechos de hijo mayor. (Hebreos 12: 16).

En mi país tenemos un dicho muy popular: «El “malcomío” no piensa». Con ello queremos decir que una persona con hambre no es capaz de tomar buenas decisiones. Mucho antes de que los dominicanos acuñáramos esa frase, ya la Biblia nos había proporcionado un ejemplo contundente de la veracidad de la misma a través de un episodio de la vida de Esaú.

Como nació antes que su hermano gemelo, Jacob, a Esaú le correspondían los privilegios de la primogenitura. Aunque para nosotros no es nada relevante, en los tiempos bíblicos ser el primogénito constituía un gran honor. El primogénito era quien sucedería al padre como jefe de la familia; heredaría una porción doble de los bienes del padre y, lo más importante, recibiría una bendición especial de parte de Dios.

Un día, tras haber tenido una larga jornada de trabajo en el campo, Esaú regresó con mucha hambre a la casa. Su hermanito Jacob había preparado un delicioso guiso y cuando ya estaba a punto de servir, se aparece Esaú y le dice: «Por favor, dame un poco de ese guiso rojo que tienes ahí, porque me muero de hambre» (Génesis 25: 30). Jacob, aprovechándose del hambre de su hermano, le dijo: «Primero dame a cambio tus derechos de hijo mayor». Entonces Esaú cometió el error de su vida al decir: «Como puedes ver, me estoy muriendo de hambre, de manera que los derechos de hijo mayor no me sirven de nada» (Génesis 25: 31, 32).

Quizás en algún momento no sirva de nada ser el jefe de la familia o recibir el doble de la herencia. Pero, Esaú, dime lo siguiente: ¿La bendición divina es inservible? ¿Cambiarías las ventajas que te otorga la primogenitura por un plato de comida? ¿Estarías dispuesto a cambiar lo perdurable por algo tan pasajero? Esaú me mira a los ojos y descaradamente, mientras se lleva la cuchara a la boca, me responde: «Sí».

Con razón la Biblia nos amonesta a no ser como Esaú (Hebreos 12: 16), a no permitir que la satisfacción de nuestros apetitos carnales supere nuestro interés eterno. Como dijo Jesús: «La vida no consiste solo en comer» (Lucas 12: 23, TLA). Conociendo nosotros la experiencia de Esaú, ¿cometeremos el mismo error?

#NOSolodePanVivelaGente

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