NO ES EL FIN, SINO EL COMIENZO
“He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz, ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto y ríos en la tierra estéril” (Isa. 43:19).
Había pasado más de un año desde que mi esposo, que no era cristiano, había comenzado sus cuatro horas semanales de diálisis en Puerto España, a dos horas de camino desde donde vivíamos. Un día, luego del tratamiento, mi esposo comenzó a hablar incoherencias y a cantar. La enfermera notó que su presión arterial estaba muy alta, así que, llamó al médico y le pidió que viniera de inmediato. Mientras oraba para mis adentros, escuché que el médico le preguntaba a mi esposo: -¿Cuántos años tienes?
-Dieciocho -respondió él, cuando en realidad tenía 39.
Y la mayoría de las respuestas que siguieron tampoco tuvieron mucho sentido. -Lleve el señor Marshall al Hospital General de inmediato-me ordenó el médico. Yo no era una asidua conductora, y tampoco conocía la ciudad. Mi esposo debía guiarme hasta el lugar. “Señor, por favor, no permitas que mi esposo muera esta noche”, supliqué cuando el médico ordenó realizarle una diálisis peritoneal. Sabía que el procedimiento sería doloroso, así que, pregunté:
-¿Está mi esposo en peligro?
El médico respondió con un enérgico:
-¡Sí!
En seguida llamé a mi hermana, pidiendo que alertara a nuestros hermanos de la iglesia y oraran por él. A solas con Dios, casualmente encontré y me puse a leer el libro Ora por los enfermos, y mi vista se topó con un cartel en la pared que decía: “Este no es el final, sino solo el principio”.
Oré sin parar porque, además, las enfermeras estaban en huelga y el aparato que los médicos le habían colocado a mi esposo no estaba funcionando bien. Durante toda la noche, oré con mi esposo. Hablamos sobre la importancia de que entregara su vida al Señor, y en algún momento durante aquella larga y dolorosa noche, él abrió su corazón a su nuevo amigo, Jesús. Hoy, 19 años después, aún agradecemos y alabamos juntos el nombre del Señor.
¿Necesitas en este momento que Dios te abra un camino en el desierto? Recuerda que lo que puede parecerte el final, para Dios puede ser apenas el comienzo de “algo completamente nuevo”. Pidamos poder para aferramos de sus promesas, con la confianza de que, en su amor, saldremos victoriosos de las pruebas.
Marílyn Thompson Marshall