EL SUÉTER MARRÓN
“El Señor es mi luz y mi salvación” (Sal. 27: 1).
Ya había decidido con anterioridad lo que me pondría ese jueves: un suéter marrón de mangas largas, un pantalón marrón con un diseño negro y botas marrones. Tenerlo esto listo me ahorraría un poco de tiempo a la mañana. Como siempre, me levanté a las 5:45 para orar, luego me lavé la cara, y me senté en mi lugar especial para estudiar la lección bíblica del día y escribir mis pensamientos, antes de vestirme y bajar a la cocina para desayunar.
Pensé que me veía bien y que estaba bien vestida para la mañana ventosa con una temperatura de 5 °C bajo cero. Entonces, me miré por última vez en el espejo de mi habitación, que tiene un tipo de luz diferente que el baño. Solo entonces me di cuenta de que, aunque había estado segura de que mi suéter era marrón, en realidad era violeta oscuro y no combinaba para nada con mi pantalón y las botas marrones. Ahora tendría que correr para llegar a tiempo al trabajo. En lugar de cambiarme el suéter, decidí ponerme un pantalón y botas negras. El verdadero Color había sido revelado bajo el escrutinio de una luz mejor La vida también puede ser así. A veces nos sentimos bien con nosotros mismos: asistimos regularmente a la iglesia, donamos a distintos grupos para ayudar a los pobres, los enfermos, los necesitados y quienes creemos que son menos afortunados que nosotros. Nos miramos en el espejo y pensamos que estamos bien; o por lo menos, no tan “mal” como algunos con quienes nos comparamos.
Cierta vez escuché un dicho: “Somos quienes realmente somos bajo presión”. Cuando las cosas salen mal o alguien “nos cae mal”, lo feo que suele estar debajo de nuestro inmaculado exterior sale a la luz, y descubrimos que no somos exactamente quienes creemos que somos, o quienes nos gustaría que los demás pensaran que somos. Nos damos cuenta de cuán cortos quedamos comparados con el modelo real: Jesucristo. A la luz de las Escrituras, nos vemos como realmente somos y reconocemos que, después de todo, no somos tan “buenos”. Entendemos que debemos acudir a Jesús para obtener fuerzas en todo momento. Al estar bajo su luz y ver nuestros verdaderos “colores”, podemos hacer los cambios necesarios para alinearnos con Jesús, nuestro estándar y luz verdadera.
¿Te unes a mí hoy para entregarnos a su luz, y poder vernos como realmente somos? ¿Estás dispuesta a cambiar lo que él considere necesario?
GLORIA STELLA FELDER