Jueves 6 de Agosto – SU DIOS ES EL VIENTRE – Devocional para Adultos

«El fin de ellos será la perdición. Su dios es el vientre, su gloria es aquello que debería avergonzarlos, y solo piensan en lo terrenal» (Filipenses 3:19).

El apóstol Pablo advierte a los filipenses para que no acepten ni los sermones ni el ejemplo de los enemigos de Jesús. Describe a estas personas de conducta reprobable de modo general: su gloria es aquello que debería avergonzarlos, solo piensan en lo terrenal, su fin es la perdición; y también particular: su dios es el vientre. Pablo utiliza aquí el término griego koilía, que significa ‘estómago’ y en su forma verbal indica ser dado a los placeres de la comida y a la glotonería.

Las personas que sufren de adicción alimentaria tienen dificultad para abandonar el hábito y necesitan ayuda externa, tanto de personal de apoyo como de la acción divina. Vivimos en tiempos difíciles por la abundante disponibilidad de alimento procesado y concentrado en muchas partes del planeta. Esto acentúa el peligro de este tipo de adicción. Acabo (J) de consultar un foro virtual de adictos a la comida y estas son algunas de las declaraciones de sus usuarios: «Me paso el fin de semana pensando en qué más puedo comer»; «¡Qué difícil me es detenerme a tiempo cuando como!»; «El azúcar me domina»; «Me acabo de comer una bolsa enorme de patatas (papas) fritas, me siento horrible»; «Me digo a mí misma que voy a dejar de comer cuando me sienta llena, pero no lo consigo. Me odio y no sé qué hacer»; «Escribo en internet para desahogarme y así no tengo que admitir mi adicción frente a mis amigos»; «La comida rápida está arruinando mi vida, todo el día pienso en ella, la ansío y cuando no la tengo, me desespero. Estoy desperdiciando mi dinero y mi salud y no puedo librarme de este vicio»; «Soy adicto; me harto a comer cuando estoy aburrido, solo, triste, enojado, o feliz… como continuamente, incluso cuando no tengo apetito».

El tono de estas notas es tristísimo y desesperante, lo cual es natural dada la gravedad del problema. Pero el creyente cuenta con perspectivas de esperanza al aferrarse a ciertas promesas divinas, por ejemplo: «Pero esto consideraré en mi corazón, y por esto esperaré: que por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias; nuevas son cada mañana. ¡Grande es tu fidelidad!» (Lamentaciones 3:21-23). Algunos casos de adicción al alimento pueden requerir intervención profesional, otros no. Pero en todo caso el primer paso es acudir al Señor Jesús en oración para continuar con los pasos siguientes y conseguir librarnos de esta u otra adicción.

Radio Adventista

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