ESTER
TU ESCALA DE VALORES
Que Vasti no venga más delante del rey Asuero; y el rey haga reina a otra que sea mejor que ella. Ester 1:19.
En plática de amigas un día, escuché decir que cuando las mujeres nos juntamos, nos comparamos, y cada una quisiera ser la más bella, la mejor vestida; en pocas palabras, la mejor.
Puede que esto sea cierto, o tal vez no, pero lo que sí es cierto es que las mujeres gastamos una cantidad enorme de dinero en el arreglo personal. Los fabricantes de cosméticos y las revistas para mujeres procuran convencernos que con tal o cual producto de belleza, pieza de ropa o accesorio nos veremos más hermosas. Al pensar en lo que algunas de nosotras nos untamos en el afán de vernos bellas, en contraste con los afeites de la reina Ester, sucesora de Vasti, quedaríamos en último lugar.
De acuerdo a una nota en línea, la compañía SkinStore realizó una encuesta para descubrir cuánto gastan las mujeres en afeites para el rostro y el cuidado de la piel. El sondeo reveló que en los Estados Unidos una mujer gasta durante su vida un promedio de 300.000 dólares. Reveló también que en cada rostro se invertían ocho dólares diarios en un promedio de dieciséis productos. Los rostros más caros se encontraron en la costa del este de los Estados Unidos. En Nueva York y Connecticut las mujeres gastan once dólares diarios. Las damas de Nueva York son las que invierten más tiempo en el espejo, 21 minutos cada mañana, en contraste con las californianas, quienes solo gastan tres minutos en su rutina diaria de belleza.*
Dice la Escritura, que la “otra mejor que ella” resultó ser Ester. Pero antes de presentarse ante el rey, y según “el tiempo de sus atavíos”, Ester pasó “seis meses con óleo de mirra y seis meses con perfumes aromáticos y afeites de mujeres” (Ester 2:12). Cuán diferentes fueron esos afeites exquisitos a los frascos de perfume que adquirimos a precios de oferta en los centros comerciales.
Si nos comparamos unas con otras, siempre habrá alguien “mejor” que nosotras. Eso puede producir frustración, amargura, enojo, tristeza. Siempre habrá otra mujer que tenga más dinero, mejor gusto, más refinamiento, pero por la gracia de Dios tú puedes llegar a ser esa “otra mejor que ella” cuando cultives los rasgos de carácter que son agradables al Señor. —SS