El rey Salomón, además de amar a la hija del Faraón, se enamoró de muchas mujeres extranjeras; algunas eran de Moab, otras eran de Edom, de Sidón y de los hititas (1 Reyes 11:1).
UN ANCIANO DE IGLESIA ME PIDIÓ: «Pastor, estuve visitando a Peter, pero ya no está interesado en la vida de iglesia. Creo que sería bueno que lo visitara usted, porque es una pena que perdamos a un joven como él». El miércoles de esa semana, llegué al hogar de Peter, y luego de una breve conversación de diferentes temas, le pregunté el porqué de su ausencia.
«Pastor, no puedo seguir yendo a la iglesia», me dijo, impidiendo la mirada a los ojos. «Estoy de novio con una chica que me vuelve loco, pero no quiere saber de Dios ni de la iglesia, así que por un tiempo no puedo ir. Los viernes de noche nos quedamos hasta tarde, porque en la semana los dos trabajamos y estudiamos, y los fines de semana son para nosotros. Yo sé que no hago bien, pero es lo que me dice mi corazón. Además, en la iglesia no hay muchas opciones. Si no buscó afuera, me quedó solo».
Mientras escuchaba con dolor las palabras de Peter, pensaba en la situación de él y de tantos jóvenes que como Salomón se les permite relacionarse sentimentalmente con personas que no aman a Dios. El deseo de amar y sentirse amado es tan fuerte que, al no ver opciones a corto plazo, se aventuran a ignorar el consejo bíblico que dice: «No se unan con los incrédulos en un yugo desigual» (2 Cor. 6: 14) .
Dios, en su infinito amor, dejó consejos de este tipo para evitar que el enemigo malogre la vida de los jóvenes al unirse con aquellos que no piensan en la vida eterna. «Es cosa peligrosa formar una alianza mundana. Satanás sabe bien que en la hora en que se consagra el matrimonio de muchos jóvenes de ambos sexos se cierra la historia de su experiencia religiosa y su utilidad. Quizá por un tiempo se empeñen en vivir la vida cristiana, pero todos sus esfuerzos chocan con una influencia contraria a la suya. En otro tiempo experimentarn un privilegio hablar de su gozo y esperanza […] Satanás los va rodeando así insidiosamente de una red de escepticismo, y se pierde de su corazón la fe en la preciosa verdad. Satanás hace un esfuerzo premeditado por asegurar a los jóvenes en el pecado, pues así tiene asegurado al hombre» (Elena G. White,Mensajes para los jóvenes , pág. 451).
Oremos por los jóvenes adventistas. Solo Dios puede ayudar para no caer en el error de Salomón.