AVANZAR COMO UNA IGLESIA UNIDA
«Por eso, queridos hermanos, mientras esperan estos acontecimientos, esfuércense para que Dios los halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él». 2 Pedro 3: 14, NV1
EL SEÑOR DESEA que la obra de la proclamación del mensaje del tercer ángel se lleve a cabo con una eficiencia cada vez mayor. Así como ha obrado en todas las épocas para dar victorias a su pueblo, también desea llevar en este tiempo a una triunfante culminación sus propósitos para la iglesia. Pide que sus santos creyentes avancen unidos, que su poder aumente progresivamente, que de la fe pasen a una mayor seguridad y confianza en la verdad y la justicia de su causa.
Debemos permanecer firmes como una roca en lo que respecta a los principios de la Palabra de Dios, y recordar que Dios está con nosotros para proporcionarnos poder a fin de enfrentar cada nueva experiencia. Mantengamos siempre en nuestras vidas los principios de la justicia para que progresemos en fortaleza en el nombre del Señor. Debemos retener como algo muy sagrado la fe que ha sido establecida por la instrucción y la aprobación del Espíritu de Dios desde nuestra experiencia más temprana hasta el momento actual. Debemos considerar como algo preciosísimo la obra que el Señor ha estado realizando por medio de su pueblo que guarda sus mandamientos, la cual, mediante el poder de su gracia, llegará a ser más fuerte y más eficiente a medida que el tiempo avanza. El enemigo está procurando oscurecer el discernimiento del pueblo de Dios y debilitar su eficacia, pero si sus miembros trabajan siguiendo las directivas del Espíritu de Dios, él abrirá puertas de oportunidad delante de ellos para realizar la obra de edificar las ruinas antiguas. Su experiencia consistirá en un crecimiento constante, hasta que el Señor descienda del cielo con poder y gran gloria para poner sobre sus fieles el sello del triunfo final.— Mensajes selectos, t. 2, pp. 470-471.
He quedado profundamente impresionada por ciertas escenas que contemplé durante la noche. Parecía efectuarse un gran movimiento, una obra de reavivamiento, en muchos lugares. Nuestro pueblo se alistaba y respondía al llamamiento de Dios.— Mensajes selectos, t. 2, p. 465.