CONCIENCIAS ANESTESIADAS
“Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, mediante la hipocresía de mentirosos que tienen cauterizada la conciencia” (7 Timoteo 4:7,2,7.8LA).
El 30 de marzo de 1842, el médico estadounidense M. D. Crawford Williamson Long fue el primer cirujano que empleó el éter etílico o dietiléter como anestésico general. El éter etílico reemplazó al cloroformo como anestésico general debido a que hay una mayor diferencia entre una dosis efectiva y una dosis potencialmente tóxica. Actualmente, no se utiliza mientras haya disponible algún otro anestésico, por su inflamabilidad y porque resulta irritante para algunos pacientes.
La Real Academia Española define anestesia como la “falta o privación general o parcial de la sensibilidad” Proviene de un término griego que significa “insensibilidad”. En medicina, la anestesia permite intervenir quirúrgicamente un paciente sin que experimente dolor.
Médicamente, la anestesia es útil y virtuosa, pues permite realizar complejas y largas operaciones sin que el paciente sienta dolor alguno. La anestesia espiritual, sin embargo, es un mal sufrido por millones de personas. Ataca la conciencia moral y esta deja de percibir la gravedad del pecado propio. Una conciencia anestesiada actúa sin inhibiciones, ya que el pecado silencia la voz del Espíritu Santo, que trata de despertar la conciencia de ese sueño de muerte.
La conciencia anestesiada antecede a su cauterización, mencionada por el apóstol Pablo en 1 Timoteo 4:2. Aquí, el término cauterizar compara la piel de un animal marcada con un hierro al rojo vivo, insensible a más dolor, con la conciencia de quienes rechazaron la voz del Espíritu Santo y ahora ya no pueden escucharla.
En 1 Tesalonicenses 5:19, Pablo nos insta a no apagar el Espíritu, pues apagar su voz es anestesiar nuestra conciencia. Esto entristece al Espíritu (Efe. 4:30). Finalmente, el pecado termina destruyendo la conciencia, hasta que esta es incapaz de discernir entre el bien y el mal, y también de escuchar la voz del Espíritu Santo para despertarla.
Probablemente, una conciencia cauterizada, que rechaza constantemente al Espíritu Santo, sea el “pecado imperdonable” del que hablan 1 Juan 5:16 y Mateo 12:31. No es que este sea el pecado que Dios no esté dispuesto a perdonar sino que, dado que es el Espíritu Santo quien despierta la conciencia, esta se coloca a sí misma lejos de la acción del Espíritu y, entonces, se pone fuera del alcance del perdón. Hoy, invita al Espíritu Santo a tu vida. Escucha su voz. No anestesies tu conciencia.