Jueves 3 de mayo – Y ENTONCES… – Devocion matutina para la mujer

Y ENTONCES…

“Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté” (Juan 14: 3).

En su libro God Came Near, Max Lucado declara: “La cruz no fue una sorpresa trágica. ¡Fue una elección calculada!” Adivina qué: la segunda venida de Cristo tampoco es una sorpresa. Juan 14: 3 declara la promesa de Jesús de que volverá otra vez. No hay sorpresas, ni intenciones egoístas. Es una simple y pura verdad. Él volverá, para llevar consigo a los vencedores a un lugar real llamado cielo. Y, a diferencia de lo que creen muchos, no será secreto. “¡Miren que viene en las nubes! Y todos lo verán con sus propios ojos, incluso quienes lo traspasaron; y por él harán lamentación todos los pueblos de la tierra” (Apoc. 1: 7).

Quizá te preguntes cómo sucederá esto. Primero, Cristo debe terminar su labor como nuestro defensor en el Lugar Santísimo, en el Juzgado Celestial. Él es nuestro abogado defensor el mejor, y el único calificado, de la Facultad de Leyes del Cielo. Él se acerca confiadamente al Trono de Dios y cubre nuestra pecaminosidad con la sangre que derramó en la cruz. En un momento indicado, Dios declarará: “¡Consumado es!” “Deja que el malo siga haciendo el mal y que el vil siga envileciéndose; deja que el justo siga practicando la justicia y que el santo siga santificándose” (Apoc. 22: 11). La Corte se suspende. Cristo suspira: “Hice todo lo que pude por quienes creyeron en mí y todo lo que pude por quienes me cuestionaron. Es hora de cumplir mi promesa”.

Y entonces…

El oscuro y desolado cañón del cinturón de Orión se iluminará y ensanchará. Miles y miles de ángeles se reunirán alrededor de él con trompetas en sus manos, para comenzar la celebración. ¡Están tan emocionados! Casi no pueden esperar. El brillo de su pureza perforará los ojos de los que no lo esperan, pero los justos tendrán sus “anteojos de sol” divinos listos. Él se sienta sobre nubes suaves y aterciopeladas; una corona de gloria rodea su cabeza. ¡El triunfo está en una de sus manos, y la recompensa en la otra! ¡Aplausos! ¡Alabanzas! ¡La Deidad desciende!

Jesús me da la bienvenida. ¡Qué gozo indescriptible! Tendré un nuevo cuerpo, que nunca enfermará ni morirá. Tendré una mansión preciosa, sin hipotecas. Mi reserva está confirmada en la mesa del banquete. ¡Asombroso! ¿Cómo podemos no estar emocionados? ¡Qué esperanza maravillosa!

EWELYN GREENWADE BOLTWOOD

Radio Adventista

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