VALORES
¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas! Isaías 5:20 (NVI)
Jorge y Héctor salieron de la escuela. Habían tenido un buen día, y una U maestra les había obsequiado una bolsa de manzanas. Caminaron hacia su casa, pero antes fueron al supermercado a comprar unos alimentos para la madre de Héctor.
Cuando llegó el momento de pagar, el cajero vio la bolsa de las manzanas que llevaban y quiso cobrársela. Los jóvenes le dijeron que cuando llegaron al mercado ya llevaban consigo las manzanas, pero el cajero llamó a un guardia, y este los condujo ante el gerente, quien los obligó a pagar por sus manzanas.
Héctor se propuso vengarse. En la madrugada, cuando los guardias estaban somnolientos, se introdujo en la tienda por un ducto del aire acondicionado, y cambió los precios. La etiqueta del precio de las uvas fue a dar a la lechuga, y viceversa. Pronto el aceite valía lo que costaba el tomate, y el queso lo mismo que las cebollas. Las aceitunas estaban a precio de regalo, y el perejil carísimo.
Al otro día, cuando la tienda abrió, los primeros clientes tuvieron un día de ofertas. Compraron todo lo que estaba rebajado, y corrieron la voz entre vecinos y familiares. El gerente estaba feliz. La gente hacía fila para entrar a comprar, hasta que un cajero advirtió el caos, y grito: “Señor Arreola, ¡los valores están invertidos!” El gerente cerró el mercado. Los empleados pasaron el resto del día corrigiendo todo.
La confusión de valores provocó el caos en la tienda. La confusión de valores también genera el caos en la sociedad. Hoy se castiga al que roba un banco, pero no al que funda uno. Hoy los filósofos del posmodernismo dicen que no hay reglas morales universales.
En tiempos de Isaías, Israel había invertido los valores, y el profeta lamentó: “¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida; los que justifican al impío mediante cohecho, ¡y al justo quitan su derecho!” (Isa. 5:22, 23).
No inviertas tus valores cristianos. Jesús te los ha dado en herencia. Durante este año llama bueno a lo bueno, y malo a lo malo. ¿Cómo saber la diferencia? Lee los evangelios y lo sabrás.