“Y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:17).
La espada utilizada por el soldado romano era de hierro, tenía dos filos, iba protegida por una vaina y estaba ceñida al cinto. En la Biblia, la espada es símbolo de la guerra, de divisiones, de palabras violentas, de justicia divina, y de la poderosa y penetrante Palabra de Dios.
La espada romana era un arma ofensiva. La Palabra de Dios es también nuestra arma para atacar. La espada del soldado penetraba en lo físico, la espada del Espíritu penetra en lo espiritual. Una llega al cuerpo, la otra llega al corazón.
Pedro atacó con una espada romana, hasta que aprendió a usar la espada celestial. Moisés quiso usar la espada contra Egipto hasta que aprendió que era mejor con la espada del Espíritu. Cuanto más se usa una espada física, más se desafila, pero el continuo uso de la Palabra de Dios la hace más cortante en nuestra vida.
Una espada física requiere la mano experta de un soldado, pero la espada del Espíritu requiere un corazón receptivo, que reconozca que es viva y eficaz.
La espada esgrime nuestra fuerza, la Palabra esgrime la fuerza de Dios. La espada lastima, daña y mata, mientras que la espada del Espíritu lastima para curar y dar vida. La espada del Espíritu es arma de defensa, de ataque y de conquista. Nos defendemos del mal, atacamos el mal y conquistamos vidas para el Señor.
¿Puedes imaginar lo que sucedería si nosotros tratáramos a la Biblia igual que tratamos a nuestro celular? Es decir, si lleváramos la Biblia siempre a mano, si le diéramos una mirada varias veces durante el día, si la buscáramos con desesperación cada vez que nos falta, si la usáramos para mandar mensajes a nuestros amigos, si la tratásemos como si no pudiéramos vivir sin ella, si la regaláramos a nuestros hijos para estar siempre en contacto con ellos, si fuera nuestro google como permanente buscador de soluciones, si le dedicáramos horas y horas por día como algunos le dedican a su celular…
A diferencia del celular, la Biblia nunca queda sin señal, sea en la montaña o el mar; nunca sin servicio ni buscando red. No debemos preocuparnos por el crédito, es ilimitado; Jesús ya lo ha pagado para siempre.
La vida es un ataque permanente al mal en la búsqueda del bien y la victoria eterna. Por eso, antes que usar un celular para buscar la ayuda de los hombres, es mejor recurrir a la Biblia para buscar la ayuda de Dios.