DÁMARIS
BÚSQUEDA Y ENCUENTRO
Algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros. Hechos 17:34.
Pablo se encuentra en Atenas, esperando a Silas y a Timoteo para seguir hacia Corinto. No pensaba predicar allí, pero al recorrer la ciudad y ver tantos ídolos, no puede callar. Predica en la sinagoga y en las plazas. Entre los que vienen a escucharlo hay epicúreos y estoicos, miembros de dos corrientes filosóficas en boga.
Los epicúreos enseñan que el placer personal es el mayor 0, tal vez, el único bien, y que esa búsqueda conduce a la felicidad. Según los epicúreos, el cultivo del conocimiento intelectual libera de supersticiones y temores religiosos, pero no debe convertirse en la meta de la vida. Epicuro admite en su escuela a mujeres y a esclavos.¹
Los estoicos asumen una actitud más seria. Hay que dominar las pasiones mediante la virtud y la razón. Proponen llegar a la felicidad por el rechazo de los bienes materiales y el ejercicio de la moralidad.²
Tal vez Dámaris simpatizaba con el estoicismo. Como estoica, habría visto algunas conexiones entre la doctrina cristiana con su énfasis en la ética y los conceptos estoicos de autodisciplina. Uno de los significados de su nombre es “mansa”. Podemos evocar a Dámaris en su domicilio, instruyéndose en las filosofías que corrían por Atenas. El hecho de que aceptara la nueva “filosofía” del cristianismo nos revela su búsqueda de algo que pudiera llenar los vacíos en su vida.
Lucas la menciona entre los pocos conversos al cristianismo a raíz de la exposición de su fe que hiciera Pablo en el Areópago. Algunos comentaristas creen que Dámaris era de Atenas, pero no ateniense, ya que las mujeres de aquella sociedad no frecuentaban lugares públicos. Comentaristas como Crisóstomo concluyeron que Dámaris era esposa de Dionisio, pero no hay suficientes pruebas de ello. Lo que sí se puede afirmar es que era una dama principal con inquietudes espirituales e intelectuales.³
Es posible que lo que la haya atraído al Areópago cuando Pablo disertó fuera esa misma ansia de lo espiritual. Lo que menos esperaba era encontrarse con Jesús, quien transformó su vida. Más allá del esfuerzo por perfeccionar el carácter, Dámaris descubre que ya Alguien vivió una vida perfecta, y que ofrece a todo creyente la vida más feliz. —LMG