Jueves 27 de Agosto – No tengas miedo – Devocion Matutina para Damas

«Se le permitió al monstruo decir cosas arrogantes y ofensivas contra Dios, y tener autoridad. […] También se le permitió hacer guerra contra el pueblo santo, hasta vencerlo; y se le dio autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación» (Apocalipsis. 13:5-7).

Hay aspectos de la profecía que dan miedo (por no decir pánico o terror). Y cuando miramos a nuestro alrededor también vemos que hay motivos para tener miedo: ciertos líderes de países que generan inestabilidad; persecuciones religiosas en distintas partes del mundo; falta de derechos, particularmente en el caso de las mujeres; ausencia de justicia o de juicios justos; guerras e incertidumbre política… pensar que lo que viene será todavía peor puede llegar a descorazonarnos. Y desde esa óptica nos lanzamos a la lectura del Apocalipsis.

Pero yo creo que nada de lo que Dios ha dejado escrito en su Palabra tiene el objetivo de descorazonarnos sino todo lo contrario, de llevarnos a sentirnos fuertes en él cuando vemos que se cumplen las señales predichas. Por eso necesitamos tener esto presente siempre que nos acerquemos a la lectura de las profecías. El Apocalipsis es, en realidad, una carta de amor de Jesús, y de esa base hemos de partir a la hora de interpretarlo.

«Cuando leemos el Apocalipsis no pensamos en el amor de Jesús; muchos lo leemos con más aprensión que esperanza. Produce en nosotros más confusión que certidumbre. […] Las violentas secuencias de guerra y las amenazas de juicio y perdición eterna del Apocalipsis hacen del libro un texto desafiante, a menudo horripilante, desconcertante y confuso. […] Sin embargo, Juan da comienzo al Apocalipsis con una fórmula que pone de manifiesto su temática: “La revelación de Jesucristo”. […] En nuestra cultura contemporánea, el término “apocalipsis” ha llegado a convertirse en sinónimo de “día del Juicio final”, una referencia al fin del mundo, consecuencia ya sea de la violencia, de una catástrofe económica o de un desastre natural. Pero para Juan y sus primeros lectores, el Apocalipsis era una revelación de Jesucristo: un develamiento de su grandeza y de su gloria. […]

»El Apocalipsis presenta a Jesucristo como la realidad controladora de la historia y lo describe de tal manera que absolutamente todo está subordinado a él. El Apocalipsis no es nada si no se centra en Jesucristo. […] Lo más maravilloso es que seamos ¡los objetos privilegiados del increíble amor de Jesús! Te ama a ti y me ama a mí» (Larry Lichtenwalter, Apocalipsis, una historia de amor, pp. 10-13). Recuérdalo cuando sientas que te invade el temor al futuro.

Radio Adventista

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