UNA MÁGICA SONRISA DE AMISTAD
“El corazón alegre embellece el rostro, pero el dolor del corazón abate el espíritu” (Prov. 15:13).
Recuerdo haber ido a mi habitación con el ceño fruncido, cuando no obtuve el hermoso vestido floreado que quería usar para una fiesta de cumpleaños. A los pocos minutos, mamá entró en mi habitación. La miré, esperando verla con el ceño fruncido, pero ella me abrazó y me dijo: “¡Aquí está mi hermosa hija! Jesús ama las sonrisas y quiere que sus hijos sonrían”. Al oír las palabras de mi madre, y viendo su rostro sonriente, mi tristeza se convirtió en gozo. De adulta, trabajando como maestra de niños, he observado a muchos niños con caritas tristes. Algunos deciden escuchar las palabras de Dios de Proverbios 15:13, que nos recuerdan que un corazón alegre se nota en el rostro, pero que la tristeza en el corazón deprime el espíritu. Cada día decido poner una sonrisa en el rostro de algún niño, ¡incluyendo el mío propio! Un día, mientras estaba colocando mis compras en el baúl de mi auto, vi a una mujer bajarse del suyo. La miré, le sonreí y le dije: “Que tenga un buen día”. Sorprendentemente, antes de salir del estacionamiento la mujer se acercó, y me dijo: “Discúlpeme, señorita, ¡pero necesitaba esa sonrisa!” Las palabras comenzaron a brotar de su corazón. Yo escuché, conmoviéndome por su situación. Dios me dio palabras para compartir con ella, mientras me escuchaba atentamente. Con lágrimas en los ojos, me tomó de la mano y me dijo que había sido una bendición para ella, con mis palabras y mi sonrisa. Camino a casa, me di cuenta de que ni siquiera sabía su nombre. Pero igualmente la puse en mi lista de oración. Dios ha obrado cosas maravillosas por nosotras, incluyendo habernos creado con la capacidad de sonreír. A él le encantan nuestras sonrisas. El mundo las necesita. Las familias necesitan sonrisas. Los compañeros de trabajo necesitan sonrisas. Aquellos con quienes nos cruzamos necesitan nuestras sonrisas. Para sonreír hace falta movilizar menos músculos faciales que para fruncir el ceño. Sonreír no nos cuesta nada, pero trae grandes beneficios. Los desanimados encuentran aliento. Los tristes experimentan gozo. Las sonrisas duran solo un momento, pero, a menudo, el recuerdo de una sonrisa permanecerá por años. Quizá, para siempre. Únete a mí hoy, y cada día, y decide seguir sonriendo; porque una sonrisa genuina puede ser tan amigable como un cálido saludo.
Annie B. Best