Jueves 26 de Diciembre – MADRE CONFUNDIDA – Devocional para Damas

MADRE CONFUNDIDA

¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Lucas 2:49.

Entre los judíos, el año duodécimo era la línea de demarcación entre la niñez y la adolescencia. Al cumplir ese año, el niño hebreo era llamado hijo de la ley y también hijo de Dios. Se le daban oportunidades especiales para instruirse en la religión, y se esperaba que participase en sus fiestas y ritos sagrados. De acuerdo con esta costumbre, Jesús hizo en su niñez una visita de Pascua a Jerusalén. Como todos los israelitas devotos, José y María subían cada año para asistir a la Pascua; y cuando Jesús tuvo la edad requerida, lo llevaron consigo.

Por primera vez, el niño Jesús miraba el templo… Presenciaba los impresionantes ritos del servicio pascual. Día tras día, veía más claramente su significado. Todo acto parecía ligado con su propia vida. Se despertaban nuevos impulsos en él. Silencioso y absorto, parecía estar estudiando un gran problema. El misterio de su misión se estaba revelando al Salvador.

Arrobado en la contemplación de estas escenas, no permaneció al lado de sus padres. Buscó la soledad. Cuando terminaron los servicios pascuales, se demoró en los atrios del templo; y cuando los adoradores salieron de Jerusalén, él fue dejado atrás…

María, la madre de Jesús, se acercó a su hijo y le preguntó: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos buscado con angustia”. Entonces, una divina luz se reflejó en el rostro de Jesús, y levantando su mano, dijo: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (Lucas 2:48-50)…

María creía en su corazón que el santo niño nacido de ella era el Mesías prometido desde hacía tanto tiempo; y, sin embargo, no se atrevía a expresar su fe. Durante toda su vida terrenal compartió sus sufrimientos. Presenció con pesar las pruebas a él impuestas en su niñez y juventud. Por justificar lo que ella sabía ser correcto en su conducta, ella misma se veía en situaciones penosas. Consideraba que las relaciones del hogar y el tierno cuidado de la madre sobre sus hijos eran de vital importancia en la formación del carácter. Los hijos y las hijas de José sabían esto, y apelando a su ansiedad, trataban de corregir las prácticas de Jesús de acuerdo con su propia norma. –Elena G. de White, HD, 49-52

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