Dios me escuchó
«Llámame y te responderé, y te anunciaré cosas grandes y misteriosas que tú ignoras». Jeremías 33: 3
MIENTRAS SERVÍA COMO MISIONERO en el proyecto OYTM (Un Año en la Misión, por sus siglas en inglés), en una de las iglesias de la zona maya de Palenque en el Estado de Chiapas, México, me tocó visitar un hogar donde estábamos impartiendo estudios bíblicos. En una de las visitas, el padre de familia me dijo: «Necesitamos abordar un tema de vital importancia y necesito que hoy resuelva nuestras dudas. No importa el tiempo que nos tome estudiar la Biblia y llegar al fondo del asunto. Así prepararemos cena también para usted». Un poco asustado y pensativo por lo que había escuchado lo invité a él y a su familia a orar y comenzamos a estudiar el tema de ese día.
Cuando concluimos el estudio bíblico asignado para ese día el hermano me dijo: «La duda que tengo es relacionada con el sábado. Un dirigente católico me dijo que el verdadero día de adoración es el domingo y que nosotros no podemos guardar el sábado porque la única persona digna de reposar ese día es Dios, porque solo él es santo. Por favor, ¿podría usted aclararme esa idea con la Biblia?».
Debo reconocer que en ese momento no me sentía preparado para dar res puesta a ese planteamiento; pero a mi mente vino el texto de hoy: «Llámame y te responderé». Con ese versículo en mente realicé una oración en mi mente diciendo: «Señor, ayúdame a resolver las dudas de este hermano, envía tu Espíritu Santo para que los textos que usemos sean los correctos y nos lleven a la verdad. Amén».
Luego de haber orado empezamos a discutir sobre el tema del sábado, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. No sé cómo explicarlo pero cada vez que el hermano me hacía una pregunta, lo único que yo hacía era cerrar y abrir mi Biblia y cada vez que lo hacía encontraba un texto de la Biblia que daba respuesta a la pregunta del hermano. Luego de casi dos horas comentando y estudiando el tema recuerdo las palabras del hermano: «El verdadero día de adoración es el sábado, no creeré más en palabras de hombres».
Por medio de esa experiencia comprendí que Dios está presto a escucharnos, solo tenemos que clamar a él y nos responderá.
Somos sus hijos y él nos quiere usar para llevar su mensaje al mundo.
Francisco Damián Juárez
México