Luego, el rey se puso de pie junto a la columna e hizo un pacto en presencia del Señor, de que siempre lo seguirían y cumplirían sus mandamientos, testimonios y estatutos, y que con todo el corazón y con toda el alma cumplirían las palabras del pactos escritos en ese libro. Y todo el pueblo establece el pacto (2 Reyes 23: 3).
JOSÍAS FUE EL ÚLTIMO REY QUE LAS ESCRITURAS describió que «hizo lo recto a los ojos del Señor y se condujo en todo como su antepasado David, sin apartarse un ápice» (2 Rey. 22: 2). Si prestaste atención al versículo de este día, verás que el rey tomó un compromiso tan serio con Dios, que el autor del libro hace mención nombrando cada aspecto del mismo:
- Ir en pos del Señor.
- Guardar sus mandamientos, testimonios y estatutos.
- Hacerlo con todo el corazón y con toda el alma.
- Cumplir las palabras del pacto que estaban escritas en el libro de la ley.
Esa reforma individual y colectiva llevada a cabo por Josías fue tan profunda, que las Escrituras añaden: «Ni antes ni después de Josías hubo otro rey que se volviera al Señor con todo su corazón, y con toda su alma y con todas sus fuerzas, y que cumpliera toda la ley de Moisés» (23:25). Sin lugar a dudas, Josías fue un rey excepcional. Aunque su padre Amón y su abuelo Manasés hicieron «lo malo a los ojos del Señor» (21:2, 20), dejando a todo un país hundido en la apostasía, Josías tuvo el corazón y la fuerza para realizar un reavivamiento y una reforma memorables.
Es posible llegar a este tipo de altura espiritual solo cuando se la busca de todo corazón. El mero hecho de tener un conocimiento agudo de los requisitos divinos y de la Santa Ley, jamás tendrá efecto en la vida, si el corazón y los sentimientos están lejos de Dios. «Conocer la ley de Dios es importante, pero simplemente más que conocerla, debemos amarla, porque “la ley es santa y el mandamiento es santo, justo y bueno” (Romanos 7: 12). Pero la buena conducta -obediencia- que viene del conocimiento intelectual superficial y parcial aun en el mejor de los casos. Únicamente un corazón renovado por el Espíritu Santo podrá ofrecer obediencia que es una expresión genuina y desinteresada de amor y gratitud a Dios» (LoronWade, Los Diez Mandamientos , p. 125).
¿Te gustaría ser como Josías? ¿Crees que es un desafío muy grande alcanzar esa altura espiritual? El apóstol Pablo nos invita a considerarlo cuando nos dice: «¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!» (Fil. 4: 13). Solo en Cristo podemos obedecer por amor.