Jueves 24 de Agosto – NO TENDRÁS MIEDO DEL SUFRIMIENTO – Damas

EL SEÑOR te ha perdonado; ha alejado a tus enemigos. El Rey de Israel, el SEÑOR, está dentro de ti. Así que no tendrás miedo del sufrimiento. Sofonías 3:15, PDT.

Experimentó el dolor muchas veces y de muchas maneras. Perder a mi único hijo varón, a mi padre, a mi madre ya mis hermanos, fueron dolores indescriptibles. Enfrentar un divorcio brusco y doloroso me agarró emocionalmente desprevenido. Recibir la noticia de que mi hija mayor tenía un tumor maligno en una pierna y que observarán la posibilidad de amputación fue devastadora. Creo profundamente en el poder de la oración, así que visité cada iglesia alrededor de donde residía para pedir oración. Una de esas iglesias tenía el nombre: “Pare de sufrir”. Oraron fervorosamente por mi pedido. Nunca conocí su doctrina, pero agradecí que oraran por una desconocida. ¡Muchas iglesias oraron, el tumor resultó benigno, la operación fue pagada por el presidente del país, y su pierna fue salvada! Dios es bueno.

Recientemente, mi esposo estuvo a punto de morirse de un infarto cardíaco. Angustiada, grité:”; ¡Señor, ayúdame!”, a la vez que presioné su pecho con mis puños. Un ángel debió aplicar los primeros auxilios, porque no lo hice conscientemente. Mi esposo reaccionó, y finalmente llegó la ambulancia. Los médicos corroboraron que, por la edad de mi esposo, la magnitud del infarto y su historia de un infarto anterior, solo por un milagro había sobrevivido. Dios es fiel. Yo estaba en plena recuperación de un cáncer y mi cuerpo no resistió más. Cuatro días después, yo también tuve un infarto, sin otra explicación que el estrés de lo vivido. Dios, quien vive en mí, es más grande y poderoso que cada prueba y dolor frente a mí.

Cuando entiendes quién es Dios y reconoces al enemigo detrás del escenario, tendrá sentido el porqué del sufrimiento. Espera con paciencia el día cuando todas tus pruebas pasen y Dios complete su obra divina en ti. “Dios ofrece a diario un intercambio divino: nuestros pecados por su perdón, nuestras heridas por su bálsamo de sanidad, nuestras tristezas por su gozo. Entreguémosle la culpa que sentimos, el dolor del alma que nos agobia. A pesar de que el dolor es parte del diario vivir, si nos enfocamos en Jesús, él puede reparar nuestros corazones rotos y usarnos para secar las lágrimas de otros”.

Radio Adventista

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