LA UNIDAD PRODUCE FORTALEZA
«¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es que habiten los hermanos juntos en armonía!». Salmo 133: 1
¿ESPERAMOS VER a nuestros hermanos en el cielo? Si podemos vivir con ellos
aquí en paz y armonía, entonces podremos hacerlo también allá arriba. Pero, ¿cómo habríamos de vivir con ellos en el cielo, si no podemos hacerlo aquí sin rencillas y disputas continuas? […]
Nuestros duros corazones deben ser quebrantados. Debemos alcanzar una unidad perfecta y comprender que hemos sido rescatados por la sangre de Jesús de Nazaret. Diga cada cual para sí: «Él dio su vida por mí y quiere que, mientras paso por el mundo, yo revele el amor manifestado por él al entregarse por mí». Cristo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, para que Dios, permaneciendo justo, pudiese ser el que justifica a los que creen en él. La vida eterna está reservada para cuantos se entregan al Salvador.
Trabajemos con fervor en favor de la unión. Oremos y trabajemos para obtenerla. Ella nos traerá salud espiritual, pensamientos elevados, nobleza de carácter, el ánimo celestial, y nos permitirá vencer el egoísmo y las suspicacias, y ser más que vencedores por Aquel que nos amó, y se dio a sí mismo por nosotros. Crucifiquemos al yo, consideremos a los demás más excelentes que nosotros mismos; y así nos uniremos con Cristo. Ante el universo celestial, ante la iglesia y el mundo, daremos la prueba indiscutible de que somos hijos de Dios. Dios será glorificado por el ejemplo que demos.
Lo que el mundo necesita es ver este milagro: los corazones de los hijos de Dios ligados unos a otros por un amor cristiano. Necesita verlos sentados juntos, en Cristo, en las alturas celestiales. ¿No queremos mostrar por nuestra vida lo que puede hacer la verdad divina en quienes aman y sirven al Señor? Él conoce lo que podemos llegar a ser y sabe cuánto puede hacer su gracia en nuestro favor, si queremos llegar a ser participantes de la naturaleza divina. […]
La unión hace la fuerza; la división implica debilidad. Cuando los que creen la verdad presente están unidos, ejercen una influencia poderosa. Satanás lo comprende bien. Nunca estuvo más resuelto que ahora a anular la verdad de Dios causando amargura y disensión entre el pueblo de Dios.— Consejos para la iglesia, cap. 50, pp. 527-529.