FE

Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré. 1 Samuel 17:46.

Cuando David llegó, ignoraba el reto filisteo. Pero al oír a Goliat insultar a su pueblo y a su Dios, se enojó, y al advertir que todo Israel temblaba, se ofreció para pelear con el blasfemo.

Saúl se había rebajado tanto que además de la exención de impuestos y grandes riquezas estaba ofreciendo como premio a una de sus hijas, pero al ver a David se rio. ¿De dónde había salido ese muchacho? ¿Qué enfermedad lo aquejaba que lo hacía desvariar de esa manera?

Pero David no estaba enfermo, estaba enojado. Fue tanta su insistencia, que el rey lo llamó a su presencia y le pidió sus credenciales. David se presentó como pastor experimentado en la lucha contra osos y leones.

El rey lo reconoció. Ah, el mismo que toca el arpa cuando estoy de mal humor. “Muchacho, vuelve a tus rebaños, goza tu juventud, y vuelve con tu salterio cuando te llame. Este es un asunto de hombres”.

Pero David insistía. Un ángel le había asignado esa misión.

Saúl condescendió, le ofreció su espada y su armadura, pero tanto metal era un estorbo. Luego de andar un trecho, David dio media vuelta.

El “héroe” ha vuelto en sí —pensaban en los dos campamentos.

David se acordó cómo había vencido a las fieras. Con su honda y cinco piedras enfrentaría a Goliat. También tenía un arma secreta: la fe. Con él venía el gigante Jehová, quien iba a apuntarse la victoria. Veía a Goliat muerto y decapitado, y a los filisteos huyendo.

David caminó hacia el gigante. Al ver Goliat al hombrecillo que lo desafiaba se preguntó qué broma sería esa que le jugaba Saúl, y al advertir que se trataba de un muchacho, soltó una carcajada.

David respondió: “Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos” (1 Sam. 17:46, 47).

No solo Goliat sería vencido, David y los hebreos eliminarían a toda su tropa.

Sé hoy un David. Cree que Dios te concederá el triunfo sobre el mal.