NO ES FÁCIL, PERO SÍ BUENO
«Repite siempre lo que dice el libro de la ley de Dios, y medita en él de día y de noche, para que hagas siempre lo que este ordena. Así todo lo que hagas te saldrá bien». Josué 1: 8
TOMÉ LA DECISIÓN DE BAUTIZARME mientras cursaba la secundaria. Fue una decisión muy importante y yo era bastante joven, pero estaba consciente de que era lo correcto, aunque representaba un reto monumental. La escuela donde estudiaba impartía clases los sábados. El problema era que mis padres, que no eran adventistas, no podían pagarme un colegio privado.
Había conocido la Iglesia Adventista por medio del Club de Conquistadores. Recuerdo cómo muchas veces, al salir de la escuela, me apresuraba para pasar por la iglesia y al menos escuchar desde la puerta la última parte del sermón. Un día decidí entregarme por completo al Señor. El primer anciano amablemente aceptó ir conmigo a dialogar con la directora de mi escuela y pedir permiso para faltar los sábados, pero su respuesta fue un rotundo «no», y me advirtió que si faltaba los sábados sería responsable de las consecuencias.
Estaba decidido a obedecer a Dios sin importar las consecuencias. Pero para mi sorpresa, desde que empecé a observar el sábado me convertí en un estudiante sobresaliente. Los profesores respetaban mi decisión y me permitían reponer las clases. En varias ocasiones fui presidente de la clase, y al finalizar recibí varios reconocimientos.
Aunque desde niño soñaba con ingresar a la academia militar, decidí no hacerlo, por causa del sábado. Mientras cursaba en la universidad nunca tomé clases los sábados, y aun así terminé la carrera más rápido de lo normal. Para la gloria de Dios me gradué con honores de la Facultad de Derecho. Pero lo mejor estaba aun por venir. Las Fuerzas Armadas dieron un cupo a la Iglesia Adventista para una Maestría en Defensa y Seguridad Nacional, y yo fui el seleccionado para llenar este cupo. Al concluir la maestría me nombraron asesor académico e instructor invitado de las Fuerzas Armadas, donde he recibido múltiples condecoraciones.
Te cuento mi experiencia porque quiero que sepas que Dios recompensa a quienes guardan sus mandamientos, especialmente el cuarto. Además quiero que sepas que Dios puede cumplir tus sueños, así como cumplió los míos.
Juan José Eusebio
República Dominicana