Jueves 22 de febrero “CONOCER A DIOS” Matutina Damas

CONOCER A DIOS

“Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios” (Sal 46: 10).

He decidido que haga lo que haga, quiero que sea algo útil. Soy abuela, y no tengo mucho tiempo para perder. Si hay algo en la vida que no he hecho o aprendido, este es el momento para hacerlo o aprenderlo. Por eso, mientras cuido de mi nietita Julie, también quiero hacer algo útil.

Entonces, me siento a leer un libro; pero apenas leo dos párrafos antes de distraerme. Julie está intentando a pararse, y hace poco aprendió a sentarse sola. También se da vuelta y gira, sin miedo a nada. Trato de bordar algunos regalos para Navidad, pero luego de unas pocas puntadas tengo que detenerme y ayudarla. No puedo dejarla sola con sus juguetes. Hace un mes, jugaba silenciosamente con sus manos y con sus peluches, pero ahora puede gatear hasta cualquier lugar de la casa. Entonces, puedo leer, puedo bordar… o puedo cuidar de Julie.

Tengo miedo de que se lastime. Ella no le teme a nada. Se lanza desde su cochecito para alcanzar lo que se le haya caído. Le pongo el cinturón de seguridad, pero ella se desliza y, cuando me doy vuelta, está colgando con la mitad de su cuerpo en el aire, pateando y riendo. ¿Cuánto podré hacer esta mañana? Finalmente, me doy cuenta: nada, nada, salvo cuidar de Julie.

¿Qué puedo aprender de esto? No hay ninguna experiencia en nuestra vida que no tenga significado a los ojos de Dios. Hoy puedo dar amor, caricias y abrazos. “Gracias, Señor Hay muchos que no tienen eso”. No hay nada que pueda compararse con el gozo de mecer a Julie para que se duerma confiadamente en mis brazos; nada que se pueda comparar al placer de guiar sus primeros pasos, y recordar los hermosos momentos que viví con mis propios hijos.

Una lección importante que debo seguir aprendiendo es la paciencia y la paz de espíritu. Hoy permaneceré en calma, sin agitaciones. Encontraré quietud para mi alma y conoceré mejor a Dios. Otra cosa que he aprendido al cuidar a Julie es el amor y el cuidado de Dios para conmigo. Este es el mayor privilegio y la lección más grande: entender lo que Dios hace por mí y por cada uno de nosotros, cada día. Esta experiencia me ha enseñado mucho.

Piensa en tus desafíos para hoy, no importa cuáles sean. ¿Qué lección piensas que Dios está tratando de enseñarte?

LENI URÍA DE ZAMORANO

Radio Adventista

View all contributions by