LA ESPOSA DE POTIFAR
AMADA, PRIVILEGIADA ESPOSA
Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. Hebreos 10:24.
Si Dios te dio el sublime privilegio de ser la esposa de un hombre con una gran responsabilidad, siervo del Rey del universo, vives un exaltado privilegio que para muchas, es un sueño inalcanzable.
Una mujer consagrada a Dios puede hablar palabras de aliento a su esposo cuando necesite ánimo. Puede orar por él y con él para que el Espíritu Santo lo fortalezca en la sagrada misión de presentar el evangelio y atender el rebaño que le fue asignado. Una mujer de fe levantará los brazos caídos de su esposo cuando sus pesadas responsabilidades lo debiliten.
Tienes el privilegio de cuidar del hogar, nido para el desarrollo de tu familia. Tu intimidad con Dios te facilitará crear un lugar donde tu esposo se sienta amado, apreciado. Tu alegría, dulzura y amor indiviso serán para él el refugio que su alma necesita. Tu esmero al mantener el hogar creará un oasis adonde él anhele llegar.
Como esposa de ministro, podrás realizar una función próspera en su ministerio. El amor de Cristo en tu corazón fluirá solícito por las almas necesitadas del Salvador. Tendrás oportunidades para influir en los demás efectivamente. El Señor le abrirá puertas de oportunidad a toda mujer que le entregue diariamente su corazón para ser su colaboradora. Beber de la fuente viva te suministrará agua fresca que brindar a otras mujeres e impartir ánimo a quien lo necesite. Así mismo…
Una esposa no santificada es la mayor maldición que pueda tener un ministro. Aquellos siervos de Dios que por desgracia tengan en sus casas esta influencia agostadora, deben duplicar sus oraciones y su vigilancia, y, asumiendo una posición firme y decidida, no permitir que los opriman las tinieblas. Deben aferrarse más a Dios, ser enérgicos y decididos, gobernar bien su propia casa, y vivir de tal manera que puedan recibir la aprobación de Dios y la custodia de los ángeles. Pero si ceden a los deseos de sus compañeras no consagradas, el ceño de Dios pesará sobre su casa. El arca de Dios no puede morar en ella, porque ellos apoyan a sus esposas en sus errores y se los toleran –Ev, 491.
La influyente esposa de Potifar pudo haber hecho mucho bien, pero abusó de su poder y manifestó su pérfido espíritu. –RL