DISCRECIÓN
Jehová el Señor… despertará mi oído para que oiga como los sabios. Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás. Isaías 50:4, 5.
Escuchar es más importante que hablar. Dios quiere que lo escuchemos. Él quiere despertar tu oído para que escuches su evangelio, y también quiere que lo practiques para que seas sabio.
Cuando asistía a la escuela secundaria leí un poema de Amado Nervo sobre este tema. Si hubiera hecho lo que el poema dice, me hubiera evitado muchos disgustos y bochornos. Este es el poema:
Amable y silencioso ve por la vida, hijo.
Amable y silencioso como rayo de luna.
En tu faz como flores inmateriales deben
florecer las sonrisas.
Haz caridad a todos de esas sonrisas, hijo.
Un rostro siempre adusto es un día nublado.
Es un paisaje lleno de hosquedad.
Es un libro en idioma extranjero.
Amable y silencioso ve por la vida, hijo.
Escucha cuanto quieran decirte, y tu sonrisa
sea elogio, respuesta, objeción, comentario,
advertencia y misterio.
Pareciera que el poeta describiera a Jesús, el modelo de discreción y prudencia. Puede ser, Amado Nervo fue un alma contemplativa, un admirador de la belleza interior, y no hay más belleza interior que la del Joven de Nazaret. En este Joven se concentraron todas las virtudes, sintetizadas en la piedad, la semejanza a Dios. Por eso, siempre fue prudente, amable y servicial. Nunca desperdició palabras, nunca tuvo que pedir perdón por haber hecho un comentario mordaz o irónico.
Ve hoy por la vida, amable y silencioso, y que tu carácter de amor y bondad diga lo que tus labios callan.