Jueves 19 de Noviembre – JOMO KENYATTA – Devocion Matutina para Jovenes

¡Que todo el mundo me busque para la salvación!, porque yo soy Dios; no hay otro. Isaías 45:22.

¡Cómo picaban las niguas! Los diminutos insectos taladraron los pies de Kamau mientras caminaba por el pastizal. Luego, para calmar la picazón y el dolor remojó sus pies en agua y les dio masajes; pero no le sirvió de nada. Tras la picadura, vino la fiebre. Enfermo de gravedad, yacía en una estera de paja en la chocita de su madre y se debilitaba más cada día.

-¡Mi hijo va a morir! ¡Mi hijo va a morir! -se lamentaba su mamá-. Los espíritus están enojados, Ngengi.

En vista de la condición del jovencito, el padre de Kamau visitó la choza del hechicero, le llevó un obsequio de una oveja y le rogó que sanara a su hijo.

-Has ofendido a tus espíritus ancestrales -declaró el anciano-. Debes ofrecer una gran fiesta donde haya cerveza, mucho baile, comida y bebida. Entonces se pondrán contentos los espíritus.

Pero, a pesar de la oveja, la fiesta y el baile, la salud de Kamau empeoró.

-He oído que el hombre blanco tiene medicina poderosa -sugirió la mamá de Kamau cuando todo parecía estar perdido y su hijo se hallaba al borde de la muerte-. No creo que sea malo llevarlo a la misión de los cristianos.

Ngengi no quería ir, pero la mamá del muchacho presionó hasta que realizaron el viaje al Fuerte Hall, cerca de Nairobi. Allí lo acostaron en una cama con sábanas blancas, mientras los médicos lo examinaban. Ante la firme insistencia de su padre, Kamau tragó la extraña medicina que le daban los doctores. En poco tiempo, el muchacho estuvo completamente restablecido.

-El Dios del hombre blanco es más poderoso que el hechicero -dijo Kamau con asombro- Es más poderoso que los espíritus malignos. Me quiero quedar, para aprender la magia del hombre blanco.

Los padres de Kamau accedieron a dejarlo. Cuando culminó sus estudios en la escuela de la misión, había aprendido a amar a Jesús. Aunque aceptó al Dios del hombre blanco, no aceptó el gobierno blanco. Cuando llegó a la madurez, Kamau cambió su nombre por Jomo Kenyatta y guió a su pueblo en la lucha por la independencia de Kenya.

Tal vez no simpatices con los sueños de Jomo Kenyatta, ni estés de acuerdo con el método usado para lograrlos, pero estoy segura de que estarás de acuerdo conmigo en que la decisión más sabia que tomó fue la de seguir a Jesús. ¿Has hecho tú lo mismo?

Radio Adventista

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