UNA BRISA CONTAMINADA
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).
Los diferentes vientos de doctrina (Efe. 4:14) que soplan sobre la Iglesia Adventista del Séptimo Día hoy traen una “brisa contaminada por la herejía”. Esa corriente de aire enferma al cuerpo de Cristo y transmite con rapidez el virus del error de una persona a otra y de una iglesia a otra. En general, deja un rastro de conflicto y causa muerte espiritual. Esa brisa afectó a la iglesia cristiana apostólica y continúa alcanzando a la iglesia de nuestros días.
Ya en el comienzo del cristianismo, el apóstol Pablo intentó alertar a Timoteo en contra de la herejía. Le dijo: “Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes” (2 Tim. 2:14). Llegó a nombrar a dos personas, Himeneo y Fileto, mencionando que su enseñanza “carcomerá como gangrena” (2 Tim. 2:17).
Con una enfermedad mortal tal, las ideas y las mentes aisladas y sin coherencia con la Biblia causan heridas en la iglesia, distraen al pueblo de Dios, provocan desperdicio de energía y complican el cumplimiento de la misión.
En todas las épocas Dios ha agregado luz a su pueblo y lo hizo conectando el nuevo mensaje con su revelación a lo largo de la historia. Elena de White orienta: “Únicamente comprendiendo las antiguas verdades es como podemos entender las nuevas” (Palabras de vida del gran Maestro, p. 98). ¿Podremos tener nuevas perspectivas sobre nuestras creencias y doctrinas? Sin duda alguna; sin embargo, cualquier nueva revelación de la verdad siempre estará esencialmente fundada en lo que Dios ya le comunicó a su iglesia.
Las herejías aparecen siempre bien disfrazadas. Esas ideas se presentan como nueva luz y minan furtivamente la confianza en la iglesia y en su liderazgo. En general, sus defensores asumen la posición de guardianes de la verdad y se presentan como los únicos que pueden expresarla. No se trata del surgimiento de una nueva luz, sino del resurgimiento de una vieja herejía. Como resultado, las personas pierden el interés en alcanzar al mundo y se encaprichan obcecadamente en querer cambiar la iglesia.
Las brisas de la herejía hacen mucho mal a la iglesia. Protégete de ellas permaneciendo fiel a la Revelación y observando la palabra de verdad.