Te acordarás del día de reposo, y lo santificarás. Durante seis días trabajarás y harás toda tu obra (Éxodo 20:8-9).
UN HERMANO EN LA FE me pidió que visitara a una familia tenía preocupación especial por la forma en que guardaban el sábado. Era un matrimonio con dos nenas pequeñas que no asistía con regularidad a la iglesia y fue así que nos reunimos para compartir una cena y, luego de comer, nos quedamos conversando hasta muy tarde. Recordando el pedido del hermano en la fe, les comenté la razón de mi visita y los animé para que guardaran el sábado, no solo absteniéndose de trabajar, sino también yendo y participando en la iglesia. Ella me respondió: «Pastor, nosotros sabemos qué hacemos mal en quedarnos a dormir, pero terminamos la semana muy cansados. Tenemos la suerte que en nuestros trabajos nos dan el sábado, pero es tanta la exigencia laboral en la semana, que el sábado no nos podemos levantar»,
¿Con qué propósito Dios dio el sábado? Según el mandamiento fue para santificarlo. Santificar el sábado significa dedicarlo a tareas sagradas, donde Dios y el bienestar al prójimo son las prioridades. Por esta razón se nos dice: «El día séptimo es de reposo en honor del Señor tu Dios»; no es para provecho personal, el sábado es para Dios. Personalmente he visto a lo largo de mi tarea pastoral que son muchos los que se abstienen del trabajo el sábado, pero se olvidan de santificarlo. El hecho de no trabajar, pero dedicarlo a mirar televisión, salir de pesca, realizar algún deporte competitivo o dormir para recuperar energías no es precisamente «santificar» el sábado.
A todo esto, Elena G. White arroja más luz sobre el tema al decir: «Nadie debe sentirse libre para pasar el tiempo santificado de una manera que no sea provechosa. Desagrada a Dios que los observadores del sábado duerman durante gran parte del sábado. Deshonran a su Creador al hacerlo. Por su ejemplo dicen que los seis días son demasiado preciosos para que ellos los pasen descansando. Deben ganar dinero, aunque sea privándose del sueño que necesitan, y lo recuperan durmiendo durante el tiempo santo. Luego se disculpan diciendo: “El sábado fue dado como día de reposo. No me privaré del descanso para asistir a la reunión; porque necesito descansar”. Los tales hacen un uso erróneo del día santificado. En este día deben interesar especialmente a sus familias en la observancia del mismo, y congregarse en la casa de oración con los pocos o con los muchos que asistan, según sea el caso» (Joyas de los Testimonios, t. 1, p. 288-289).
Cuando comiences las horas del próximo sábado, acuérdate de santificarlo.