“Así que alientense y edifíquense unos a otros, tal como ya lo hacen” (1 Tes. 5:11, NTV).
Un síntoma de la envidia, que generalmente pasamos por alto, es la dificultad e para reconocer y apreciar el talento de los demás. Alguien se para en la plataforma de la iglesia a cantar un solo, pero en lugar de apreciar la canción, nos obsesionamos con la única nota que no cantó perfecta. Una amiga hornea una torta y nos convida, y pensamos: No está mal, pero yo le hubiera puesto menos azúcar y más ralladura de limón. Generalmente, no vemos esto como envidia. Lo justificamos como apreciaciones honestas, o inclusivas críticas constructivas. Sin embargo, si no somos capaces de celebrar los logros de otros y alegrarnos de corazón, no se trata más que de envidia camuflada. En Siervos para su gloria, Miguel Ángel Núñez reflexiona: “Cuando tenemos dificultad para reconocer el talento de otro, no es otra cosa sino una señal de envidia; nos autojustificarnos con frases como: ‘No puedo aplaudir a otros porque entonces se podrían enorgullecer’. Pero la realidad es que en la Biblia frecuentemente encontramos a Dios elogiando a muchos de sus hijos”. Es cierto: ¡Dios no escatima elogios! Dios dijo que Moisés era el más humilde sobre la faz de la tierra (Núm. 12:3) . Dios dijo que Job era un hombre justo e intachable (Job 1:1). Dijo que David era un varón conforme a su corazón (Hech. 13:22). Pablo, siguiendo este ejemplo de identificar y apreciar el talento, exhortó a los hermanos a imitar a Timoteo (Fil. 2:19-24). Dios dijo que Moisés era el más humilde sobre la faz de la tierra (Núm. 12:3). Dios dijo que Job era un hombre justo e intachable (Job 1:1). Dijo que David era un varón conforme a su corazón (Hech. 13:22). Pablo, siguiendo este ejemplo de identificar y apreciar el talento, exhortó a los hermanos a imitar a Timoteo (Fil. 2:19-24). Dios dijo que Moisés era el más humilde sobre la faz de la tierra (Núm. 12:3). Dios dijo que Job era un hombre justo e intachable (Job 1:1). Dijo que David era un varón conforme a su corazón (Hech. 13:22). Pablo, siguiendo este ejemplo de identificar y apreciar el talento, exhortó a los hermanos a imitar a Timoteo (Fil. 2:19-24).
Nuestro rol no es asegurarnos que las personas que nos permanezcan humildes, escatimándoles elogios y cargándolas con críticas. Nuestro rol, dice el pastor Núñez, “es animar al otro, edificarlo, estimularlo, ayudar; y Dios se encarga del resto. Esto nos permite apreciar los talentos de los demás”. Aprender a detectar y celebrar el talento de los demás, protegerá nuestros corazones contra la envidia.
Señor Jesús, te pido que me des una visión de rayos X, como la de Superman, para detectar los talentos de las personas que me rodean, y un corazón grande y generoso, para alegrarme por ellos. Llena mi boca con palabras que edifiquen a los demás, que los llamen en sus llamados, para la gloria de tu nombre. Amén.