COMPROMETIDA
“Por Jehová son ordenados los pasos del hombre y él aprueba su camino” (Sal. 37:23).
Me preparé una taza en té en mi taza preferida, y me senté en la cocina. Al sentir el calor del líquido en mi garganta, comencé a pensar en la semana que había pasado. Había asistido a todos los programas de la iglesia. También había estado comprometida en el Día de Distribución de Alimentos, en el Ministerio de la Mujer y en la reunión de ancianos.
El coro en el que canto celebró su 25° aniversario con un evento de tres días, que incluyó un banquete, un musical y un concierto. Uf, pensé. Fue una semana ajetreada… y divertida. No pude evitar maravillarme ante el hecho de que me sintiera renovada tras haber dormido seis horas la noche anterior… ¡a diferencia de cuatro o cinco las noches previas! Oh, no -pensé-, ¿Habré llegado a cierto punto de vejez, o de monotonía, en el cual me entusiasma dormir un par de horas más?”
Me reí, al darme cuenta de que no tenía que hacer tantas actividades; las había hecho por elección. Y no hago lo que hago porque quiero ser salva, sino, más bien, porque soy salva. Soy una firme creyente en que Dios nos salva para “servir”, no para “sentarnos”. “Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos” (Juan 15:8, NVI). Pero ¿y la intensidad con la que hago estas cosas? ¿No puedo hacerlas cuando tengo ganas, en lugar de dar todo de mí en todo lo que hago? Quizá podría dar un par de horas aquí y allá. Tras reflexionar en esto un instante, mi respuesta fue: “¡No!” Y mi negativa solo puede ser atribuida a una cosa: mi compromiso.
Me he comprometido con muchas cosas. No porque tenga que hacerlo, sino porque quiero. No para “ganar puntos” con el Señor, sino porque soy sierva del Señor. Sí, de tanto en tanto parece que no tengo tiempo para limpiar la casa, mirar televisión, coser o leer; pero mis “compromisos” llaman, y yo respondo humildemente: “Aquí estoy, Señor. ¡Úsame para tu gloria!” ¡Así soy yo! Estoy comprometida con servir a Jesús de todas las maneras en que él me muestre… sin excusas.
“Si ellos escuchan y le sirven, acabarán sus días con bienestar y sus años con dicha” (Job 36:11). Ciertamente, mis días son felices. Espero que los tuyos también.
Bárbara J. Walker