VIDA
Niña, a ti te digo, levántate. Marcos 5:41.
En Capernaum, Jairo es amado y respetado. Es el jefe de la sinagoga. Pero ese día se olvida de su investidura, y sale de su casa corriendo y llorando. Su hija de doce años se está muriendo, y los médicos no pueden con la enfermedad. Tiene que hallar al Hombre que dicen que es remedio de los males y espanto de los demonios. Por providencia divina, está en casa de Mateo, el publicano arrepentido. Jairo apresura el paso.
De pronto se oye un rumor: una multitud se agolpa ante la puerta de la casa. Quieren ver al Maestro. Jairo se abre paso entre la multitud, entra, se arroja a los pies del Hombre que todo lo puede, y le ruega: “Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá” (Mar. 5:23). Jesús lo mira a los ojos y en ellos ve la inmensidad del miedo.
Jesús se levanta de la mesa de Mateo, lleva consigo a Pedro, Santiago y Juan, y camina junto a Jairo, pero la gente lo sigue, lo estorba. Un siervo llega corriendo, y le dice a Jairo: “Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?” (vers. 35).
Jairo palidece, y el Maestro lo anima: “No temas, cree solamente” (vers. 36).
Ha llegado para Jairo el tiempo de creer contra toda esperanza. La multitud no mengua. Jairo y Jesús avanzan con dificultad. Llegan a la casa. “¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme” – dice Jesús a las plañideras y a los músicos (vers. 39). No le creen. Ellos reconocen a los muertos. Viven de su desgracia. El padre, la madre y los tres discípulos rodean la cama, y Jesús dice a la niña: “Niña, a ti te digo, levántate” (vers. 41).
La niña despierta con una sonrisa, se levanta, y sus padres la estrechan en sus brazos. Jesús manda que le den de comer. La gente queda perpleja, y cuando buscan a Jesús, ya no está.
La vida que Jesús le dio a la niña está disponible para todos los que murieron creyendo en él. Si uno de tus seres queridos ha muerto siendo fiel, “no temas, cree solamente”, pues resucitará cuando Cristo venga.