CONDUCTA Y PENSAMIENTO
«Encomienda a Jehová tus obras y tus pensamientos serán afirmados» (Proverbios 16:3).
Es cierto que lo más usual es que los pensamientos precedan a las conductas. Sin embargo, a veces ocurre lo contrario: nuestros pensamientos cambian al repetir una y otra vez una conducta. Precisamente el versículo de hoy afirma que las obras que realizamos afectan nuestra manera de pensar, especialmente cuando esas obras consisten en cumplir la voluntad de Dios.
En un estudio a gran escala con más de mil pares de mujeres gemelas sometidas a varias sesiones de entrevistas, un grupo de investigadores de la Virginia Commonwealth University (Richmond, Virginia, EE. UU.), descubrió que ciertas conductas llevan a pensamientos de autodestrucción (suicidio, automutilación). La investigación identificó un buen número de estas conductas. Algunas estaban fuera del control de los participantes (abuso sexual en la niñez, desempleo, residencia en zona rural), pero otras eran de libre elección (uso de cocaína, ausencia de labores altruistas, falta de práctica religiosa). Tales conductas estaban produciendo pensamientos de autodestrucción.
Aristóteles dijo: «Nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta». Una de mis alumnas (1) regresó un día de la isla de Ponapé (Micronesia) después de haber realizado un año de servicio voluntario en una escuela de enseñanza primaria de aquel lugar. A raíz de su servicio, su forma de pensar cambió radicalmente. Cuando vino a mi despacho a contarme su aventura, enseguida me di cuenta de que su pensamiento había tomado un rumbo diferente: estaba cargada de intenciones altruistas, deseaba ser maestra (cosa que antes había despreciado), tenía una visión más global, pensaba de sí con cordura, era más optimista, más dispuesta a explorar nuevas opciones y su fe en Dios se había fortalecido de forma patente.
Sí, las conductas dan forma a los pensamientos. Si vives acosado por pensamientos obsesivos, de tentación, duda, angustia o inseguridad; si sientes rencor, envidia o enemistad hacia otros; si lo que pasa por tu cabeza es indeseable, entrégate a la acción y pronto cambiarán tus pensamientos. ¿Qué acción? Escoge tareas nobles, honestas, responsables, justas, de respeto y aprecio a otros, especialmente de servicio a alguien en necesidad. Pensamientos y acciones están tan íntimamente ligados que uno produce al otro. Con tus obras estarás haciendo la voluntad del Señor, pues el apóstol aconseja a los seguidores de Jesús: «Y de hacer el bien y de la ayuda mutua no os olvidéis, porque de tales sacrificios se agrada Dios» (Hebreos 13:16).