EL MÁS GRANDE TESTIMONIO
«Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí» (Juan 5: 39).
LA LECTURA DE LA BIBLIA debe ser la parte central del culto familiar. Leerle a los hijos es una manera poderosa de incrementar los mensajes espirituales en el hogar. Si el estudio de la Biblia merece cinco minutos y ver el partido de futbol o una telenovela, dos horas, ¿cuál es la lección que estamos transmitiendo? La lectura de la Biblia es una clave importante para ayudar a nuestros hijos a crecer espiritualmente. La lectura comunica un poderoso mensaje de los valores de la familia.
La tradición de leerles a los niños un relato a la hora de dormir construye recuerdos de momentos felices juntos. Muchos adultos rara vez leen un libro por placer. La lectura de la Biblia hace a los niños oidores ávidos y provee momentos naturales para hablar de valores espirituales. Hay en la Biblia emocionantes relatos bíblicos para compartir con ellos, como por ejemplo la Odisea de José en Egipto, la cautivante historia de la joven criada del general asirio Naamán, o las intrigas palaciegas de Daniel y Sus tres compañeros en Babilonia. También hay relatos de acción, como el enfrentamiento entre David y Goliat. La vida de esos jóvenes es una demostración de la influencia del hogar pero además en ellas se enseñan muchísimos valores. «Únicamente inculcando los debidos principios podéis destruir los malos pensamientos. El enemigo sembrará cizaña en los corazones de los hijos a menos que los padres siembren en ellos las semillas de la verdad» (E. G. White, Consejo para los maestros, pág. 116).
Los padres deben empezar desde muy temprano a abrir las Escrituras a las mentes en desarrollo a fin de que sus hijos puedan adquirir los debidos hábitos. La lectura de la Biblia con los niños suaviza, ablanda, eleva y santifica el corazón. Este gran beneficio no se obtiene de otra manera más que leyéndoles relatos todos los días. La Biblia es la guía que nos lleva a una vida más elevada y más santa. Su lectura vigoriza la mente, deshace las tinieblas de nuestro camino y abre la visión para divisar las bellezas del cielo y la tierra nueva. La eternidad nos dirá cuán provechoso fue haber dedicado tiempo suficiente a leer la Palabra. Encontrarnos con ellos en el reino de Dios será una experiencia incomparable que nadie ni nada nos podrá arrebatar. Oremos pidiendo la sabiduría del Espíritu Santo para que hagan de la Palabra de Dios la luz y la guía de sus vidas.