ESPERANZA MÁS ALLÁ DEL TRAUMA
“Dichoso el que tiene en ti su fortaleza, que solo piensa en recorrer tus sendas. Cuando pasa por el valle de las lágrimas lo convierte en región de manantiales” (Sal. 84:5, 6, NVI).
La vida en esta tierra puede ser dolorosa. Los traumas pueden comenzar a una edad muy temprana, por causa de abusos, divorcios, discapacidades pérdidas. También, pueden suceder más tarde en la vida.
La realidad del trauma es inevitable, en un mundo que es el centro del conflicto entre el bien y el mal. Muchos vamos por la vida llevando la carga del dolor provocado por traumas así. Eso es un hecho. Pero la Biblia nos dice que no necesariamente debe ser así: hay esperanza incluso tras el peor trauma que una persona pueda haber experimentado.
Un día, mientras buscaba palabras de ánimo en la Biblia por una experiencia personal traumática, encontré un versículo que me dio paz. Hablaba sobre el valle de Baca. Aprendí que Baca es un valle de Palestina, también conocido como el valle Seco. La palabra hebrea en la cual se origina el nombre significa “sollozar”, “quejarse”, “lamentarse” o “estar de luto”. El versículo me trajo paz, porque en él Dios promete, a quienes están sufriendo y buscan fuerzas en él, que nuestro “valle de lágrimas” (Baca) puede convertirse en un manantial: una fuente, origen o comienzo de la vida en un lugar seco.
¿Qué hermosa promesa! El versículo dice que podemos tener un nuevo comienzo, un nuevo nacimiento, en un lugar seco, ¡y que nuestras lágrimas se convertirán en un manantial de vida! ¡Cree en la promesa divina! Esta nueva vida de gozo y de paz es posible cuando nos aferramos cada día de las virtudes del perdón y la gratitud. A veces, es difícil soltar el dolor que hemos experimentado cuando aquellos a quienes amamos nos han dado la espalda. Yo también he experimentado ese dolor. Pero cuando me vuelvo a Dios y busco su fuerza, él me recuerda con amor las muchas veces que sufrió traición por parte de quienes vino a salvar.
Me recuerda las veces en que yo lo traicioné, y cómo él todavía me abraza con un amor y compasión que no fallan. ¿Cómo podría yo no hacer lo mismo? Y cuando perdono como él perdonó, con gratitud en mi corazón, se produce sanidad y esperanza. Que tú también veas tu “valle de Baca” transformado en un manantial hoy.
Katia García Reinert