Jueves 11 de Junio – ABIGAIL – Devocion Matutina para Damas

ABIGAIL

«El que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido» (Luc. 14:11).

Cuando Abigail descubrió lo que había hecho su orgulloso y maleducado esposo (ver 1 Sam. 25:3), ya cuatrocientos hombres armados o iban a su encuentro en busca de venganza (vers. 12-13). ¿Qué es lo que había sucedido? Que su esposo, Nabal, se había negado a dar ayuda a David y a sus hombres a pesar de que estos habían cuidado sus tierras y rebaños sin pedir nada a cambio, y se habían portado muy bien con ellos (ver 1 Sam. 25:14-16). Ahora, en el momento de necesidad de aquellos hombres, Nabal, desagradecido, les daba la espalda. Pero su esposa, Abigail, además de «hermosa era inteligente» (1 Sam. 25:3); tenía ese tipo de inteligencia que es humilde y prudente.

«Rápidamente Abigail tomó doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas asadas, unos cuarenta litros de grano tostado, cien tortas de uvas pasas y doscientas tortas de higos secos; luego lo cargó todo en asnos, y dijo a sus criados: “Adelántense ustedes, que yo los seguiré más tarde”» (1 Sam. 25:18-19). Lo desproporcionado de la ofrenda muestra cuán decidida estaba Abigail a mediar en este delicado conflicto, y cuán bien lo hizo.

«En cuanto Abigail vio a David, se bajó del asno y se inclinó hasta el suelo en señal de respeto. Luego se echó a sus pies y le dijo: “¡Que la culpa, mi señor, recaiga sobre mí! Yo le ruego a usted que me permita hablarle, y que escuche mis razones”» (1 Sam. 25:23-24). Esta escena y estas palabras impresionan, pero más impresionan aún las que dijo a continuación: «El Señor no ha permitido que venga usted a derramar sangre y a hacerse justicia por su propia mano. […] Ciertamente el Señor va a mantener a usted y a su dinastía en el poder, ya que usted lucha por la causa del Señor. […] Así pues, cuando el Señor haga realidad todo lo bueno que ha anunciado respecto a usted, y lo nombre jefe de Israel, no tendrá usted el pesar ni el remordimiento de haber derramado sangre inocente» (vers. 26-31). Abigail no apela a sí misma, sino a los planes de Dios y a las más elevadas aspiraciones de David. Este tipo de sabiduría solo puede venir del Señor.

¿Sabes? Esa inteligencia que es humilde y prudente está disponible para nosotras también, si se la pedimos a Dios. ¿Qué te parece si lo hacemos ahora mismo?

Radio Adventista

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