Jueves 1 de febrero “RABÍ, ¿QUIÉN PECÓ?” DM Damas

“RABÍ, ¿QUIÉN PECÓ?”

“Y sus discípulos le preguntaron: -Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres? -Ni él pecó, ni sus padres -respondió Jesús-. Sino que esto sucedió para que la obra de Dios. Se hiciera evidente en su vida” (Juan 9: 2, 3).

¿Por qué algunas personas sufren tanto? ¿Por qué mi hijo está sano, mientras que otra madre tiene dos niños con discapacidades? ¿Por qué Dios da a algunas personas una carga tan pesada? En mi iglesia en Sudamérica, había una madre con dos hijos de veintitantos años. Ambos tenían parálisis cerebral. La madre no podía cuidar de ambos, así que llevó a su hijo varón a un hogar de asistencia. Él tenía su propio cuarto, y una personalidad alegre y animada. Estudiaba su Biblia diligentemente, e insistió en ser bautizado por inmersión, como había hecho su Salvador. Estoy segura de que ese fue el día más feliz de su vida.

El varón podía comunicarse perfectamente, pero su hermana tenía muy afectadas la movilidad y el lenguaje. No podía levantarse de la cama, y era tan difícil entenderla que no era claro si también tenía una deficiencia mental o no. Siempre la traté como si ella entendiera todo, aunque nunca estuve segura de que fuera así. Luego, me mudé lejos, y no volví por diez años. Cuando regresé, fui a visitar a los hermanos otra vez. Los miembros de iglesia visitaban al varón, pero me dijeron que no me tomara la molestia de ir a ver a la hermana, ya que “estaba agresiva” y no quería ver a ninguno de ellos.

El hermano estuvo encantado de verme, e insistió en que fuera a ver a su hermana. Al entrar en la habitación de ella, me miró y formó las palabras “Feliz cumpleaños, hermana Sinikka”. ¡Me había olvidado de que ese día era mi cumpleaños! ¿Cómo era posible que ella me hubiera reconocido, e incluso recordado mi cumpleaños, después de tantos años? Me sentí muy pequeña, y al mismo tiempo agradecida por haberla

tratado siempre con respeto.

Dios no sana milagrosamente a todos los creyentes o a sus hijos. Pero quiere que seamos cuidadosos con los sufrientes. Desea que los tratemos con amor y compasión. El Señor no solo es glorificado a través de una sanación milagrosa, sino también a través de las palabras y las acciones de sus hijos. Quizá Dios no ha quitado todas las discapacidades con la intención de que tengamos la oportunidad de desarrollar el carácter de Cristo, quien se preocupa aun por el sencillo gorrión.

SINIKKA DIXON

Radio Adventista

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