LA ÚLTIMA CARRERA
“¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero solo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan. Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre” (1 Cor. 9:24, 25, NVI).
Secretariat era un potro de tres años, hermoso y fuerte, cuando ganó los premios de Kentucky, Preakness y Belmont en tiempo récord. Corría el año 1973, y era la primera vez en 25 años que un caballo ganaba la triple corona.
El día de la carrera de Belmont, Secretariat competiría contra cuatro caballos más. Solo Sham, que había terminado segundo en el Kentucky y en Preakness, tuvo algo de apoyo por parte de los inversores. El hipódromo estaba lleno: 67.605 espectadores. La expectativa se percibía en el ambiente, ya que la multitud anticipaba que estaba por suceder algo espectacular.
Finalmente, los caballos llegaron a la línea de salida. Las tranqueras se abrieron y los caballos salieron a toda velocidad. Ron Turcotte, el jinete de Secretariat, estaba al control y cabalgó con sabiduría. Los caballos galoparon estadio tras estadio; Secretariat y Sham estuvieron cabeza a cabeza durante los primeros seis estadios.
Para muchas personas, los caballos desaparecieron en una curva. Los espectadores miraban con gran expectación. Y Secretariat apareció como una bala. La multitud estaba electrizada; aplaudían y vitoreaban. Secretariat se acercó a la meta, corrió hacia ella, y ganó. Nuestra vida también es observada por una multitud expectante. La competencia por el destino de la raza humana ha comenzado ya; la carrera hacia la meta final se está desarrollando.
Muy pronto se abrirá la tranquera sur, y observaremos al Jinete Maestro con un séquito de ángeles. Estamos en el último estadio. Para algunos, la vista está velada por guerras, hambruna, codicia, violencia y materialismo. Otros han caído de sus caballos, o han galopado hacia la duda, el desánimo y el miedo. Los santos, con gran esfuerzo, observan y esperan ver a Jesucristo aparecer por el cielo. Quienes hayan permanecido, con sumo esfuerzo, en la carrera hasta el final experimentaran la victoria y una corona de gloria.
Secretariat fue el caballo de la década. Pero Jesucristo es el Salvador de todas las edades. ¿Correrás la carrera para recibir el premio: la corona eterna, que testificará que hemos vencido por la sangre del Cordero?
Bula Rose Haughton Thorr