Jueves 07 de Septiembre del 2017 – MIEMBROS DE LA FAMILIA REAL – Devoción matutina para adultos

MIEMBROS DE LA FAMILIA REAL

«Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo (de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra)». Efesios 3: 14, 15

SOMOS HIJOS del Rey celestial, miembros de la familia real, «herederos de Dios y coherederos con Cristo» (Rom. 8: 17). Las mansiones que Jesús ha ido a preparar recibirán únicamente a los que son verdaderos y puros, a los que aman y obedecen su Palabra. En las mansiones celestiales nos reuniremos para no separarnos más. Todos nos conoceremos en nuestro hogar celestial. Pero si hemos de disfrutar de la eterna bienaventuranza, debemos cultivar la religión en el hogar, dado que el hogar ha de ser el centro del afecto más puro y elevado. Cada día deben fomentarse con perseverancia la paz, la armonía, el afecto y la felicidad, hasta que estos bienes preciados moren en el corazón de los que componen la familia.

La planta del amor necesita cuidado y nutrición constante; de lo contrario morirá. Todo principio bueno debe ser cultivado si queremos que florezca en el alma. Hemos de desarraigar todo lo que Satanás planta en el corazón: la envidia, los celos, las malas sospechas, la calumnia, la impaciencia, el prejuicio, el egoísmo, la codicia y la vanidad. Si se permite que permanezcan estos malos rasgos en el alma, darán frutos que contaminarán a muchos. ¡Cuántos cultivan las plantas venenosas que matan los frutos valiosos del amor y contaminan el alma! Algunos de los que acarician la maldad, creen que tienen una preocupación por las almas. Profesan públicamente su amor a Dios, y aun así no ven la necesidad de podar el jardín del corazón; de desarraigar cada hierba envilecedora y repulsiva; de dejar que los rayos del Sol de Justicia brillen en el templo del corazón. No conocen a Jesús. No tienen conocimiento de lo que es ser un cristiano práctico, es decir, de ser como Jesucristo.

Necesitamos más oración, más fe genuina, más esfuerzo incansable y paciente de enfrentar toda la disposición del mal, de manera que hasta nuestros pensamientos queden sujetos a los de Cristo. Aquello que hará el carácter noble en el hogar, es lo que lo hará noble en las mansiones celestiales. Nuestra calidad como cristianos se mide por el carácter de nuestra vida en nuestro hogar terrenal. La gracia de Cristo capacita al que la posee para que su hogar sea un lugar feliz, lleno de paz y descanso. A menos que tengamos el Espíritu de Cristo, nunca seremos suyos, y nunca veremos a los santos redimidos en su reino; aquellos que estarán con él viviendo la eterna bienaventuranza. Dios desea que nos consagremos completamente a él, y que representemos su carácter en el círculo del hogar.- Signs of the Times, 14 de noviembre de 1892.

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