EL MUELLE FUGITIVO
“Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo. Cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas.” (Isa 43: 2).
En el momento en que pienso que tengo todo bajo control, la vida me lanza un imprevisto. En este caso, fue un muelle fugitivo. Sucedió en uno de los días más ventosos de enero, cuando la temperatura había bajado a 6 °C bajo cero. ¡Eso es frío en Tennessee!
Recuerdo haber mirado por la ventana el lago Norris, desde la calidez de nuestra sala de estar, y pensado en lo afortunados que éramos de poder estar bajo techo, con una estufa que funcionaba. Pero, entonces, miré más detalladamente. La costa frente a nuestra casa estaba vacía. No podía ser ¿Dónde estaba el muelle?
No me tomó mucho tiempo divisarlo… flotando en el medio del lago. Los cables se habían soltado. ¿Qué podía hacer? Oré: “¡Señor, ayúdame! Haz que el viento traiga el muelle hasta la orilla”. Y así fue que el viento cambió su curso y el muelle comenzó a flotar hacia la orilla. Pero, estaba muy lejos de la casa, detrás de una ensenada cenagosa.
Tenía que rescatar el muelle antes de que chocara contra la orilla, y lo último que quería hacer era meterme en el agua, o tener que nadar para alcanzarlo. Le avisé lo que pasaba a Kari, mi hija, que vivía al lado, y bajé rápidamente los 88 escalones hasta el lago. Al llegar a la ensenada cenagosa, pensé. ¿Qué estoy haciendo yo, una mujer de 65 años y con el tobillo lastimado, tratando de aferrar un muelle fugitivo? ¡Esto es una locura!
Cuando estaba a punto de darme por vencida, llegó Kari corriendo. De alguna manera, entre las dos logramos tomar el muelle y asegurarlo.
Tres horas después, mientras trataba de calentar mis manos y pies helados, pensé. ¡Esto no estaba en mi lista de cosas para hacer hoy! ¡No tenía tiempo para esto! Nunca fue mi intención ser una perseguidora de muelles fugitivos, ¡y no estaba entrenada para eso! Pero ¿no es así la vida? Muchas de las cosas que tenemos que hacer son cosas que no queremos hacer, o que no nos gusta hacer.
Por eso, he descubierto que debo entregar totalmente mi día al Señor, y confiar en qué él realmente hablaba en serio cuando dijo, en Jeremías 29: 11: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes -afirma el Señor-, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”. Si no fuera así, ¡muchas de las cosas que termino haciendo parecerían una gran pérdida de tiempo!
KAY KUZMA