UNIDAD EN LA FE
«Aquí está la perseverancia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús». Apocalipsis 14: 12
DIOS ESTÁ SACANDO a un pueblo del mundo y guiándolo a la plataforma exaltada de la verdad eterna, los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Él disciplinará y capacitará a su pueblo. No estarán en desacuerdo, uno creyendo una cosa y otro teniendo fe y puntos de vista enteramente opuestos, cada uno avanzando independientemente del cuerpo. A través de la diversidad de los dones y de los tipos de administración que él ha colocado en la iglesia, llegarán todos ellos a la unidad de la fe. Si un hombre toma sus ideas de la verdad bíblica sin tener en cuenta las opiniones de sus hermanos, y justifica su conducta alegando que tiene el derecho de sustentar sus propias ideas peculiares, y luego quiere imponérselas a otros, ¿cómo puede estar cumpliendo la oración de Cristo? Y si surge otro y aún otro, cada uno afirmando su derecho a creer y hablar lo que le agrada sin referencia a la fe del cuerpo de creyentes, ¿dónde estará esa armonía que existió entre Cristo y su Padre, y por la que Cristo oró para que pudiera existir entre sus hermanos?
Dios está guiando a un pueblo y estableciéndolo en la única y gran plataforma de fe, los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús. Le ha dado a su pueblo una cadena confiable de la verdad bíblica, clara y bien eslabonada. Esta verdad es de origen celestial y se la ha buscado como a un tesoro escondido. Ha sido desentrañada mediante una investigación cuidadosa de las Escrituras y a través de mucha oración. […] El corazón de Dios nunca ha anhelado salvar a sus hijos terrenales con un amor más profundo y una ternura más compasiva que ahora. Nunca hubo un tiempo cuando Dios estuviera más dispuesto y esperando para hacer más por su pueblo que ahora. Y él instruirá y salvará a todos los que eligen ser salvados en la manera que él ha establecido. Aquellos que son espirituales pueden discernir cosas espirituales y ver señales de la presencia y la obra de Dios en todas partes. Satanás, mediante su estrategia hábil y perversa, condujo a nuestros primeros padres fuera del jardín del Edén, de su inocencia y pureza al pecado y una miseria indecible. No ha cesado de destruir; todas las fuerzas de las que puede disponer las emplea diligentemente en estos últimos días para lograr la ruina de las almas. […]
Pero a fin de ser salvos, hemos de aceptar el yugo de Cristo y desechar el yugo que nos hemos creado. La victoria que Jesús ganó en el desierto es una garantía de la victoria que podemos ganar mediante su nombre. Nuestra esperanza y salvación está en vencer como Cristo venció.— Testimonios para la iglesia, t. 3, pp. 490-502.