Jonás y nosotros. Devocional para Jovenes 17 de mayo 2016

Jonás y nosotros. Matutina Jovenes – 17 de mayo 2016

“Que él los capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada” (Hebreos 13:21, NVI).

Sigamos hablando de Jonás. Me encanta ese personaje porque siento que se parece a muchos de nosotros. Aunque era un desobediente, malcriado, rebelde, egoísta, envidioso y arrogante, el hombre llegó a ser un profeta del Señor. Es decir, sus defectos no evitaron que Dios decidiera usarlo para llevar el mensaje de salvación a Nínive. ¡Qué maravilloso es saber que Dios nos puede usar a pesar de nuestras imperfecciones!

Analicemos más detalladamente algunas rasillas del hermano Jonás. Dios le dio una orden y él, “en lugar de obedecer, trató de huir del Señor” (Jonás 1:3). Sin embargo, el viento y el gran pez sí obedecieron a su Creador (vers. 4, 17). Más adelante, en el capítulo 4, la calabacera, el gusano y el viento también cumplen los designios divinos (vers. 6-8). A propósito de esto, Job nos exhorta: “Pregunta a las bestias o a las aves: ellas te pueden enseñar. También a la tierra y a los peces del mar puedes pedirles que te instruyan” (Job 12:7, 8). En el libro de Jonás todos los seres irracionales están prestos a obedecer a Dios. ¿Ya te diste cuenta de que Jonás, el profeta, es el único que no quiere obedecer?

Como los elementos de la naturaleza no tienen voluntad propia, cumplen al pie de la letra lo que les ordene el Señor. No obstante, el caso de Jonás es distinto, puesto que él ha sido dotado con una capacidad especial: la de decidir por sí mismo, la de ejercer su voluntad como mejor le parezca. Como dice Pablo en 1 Corintios 7:37, cada quien es “dueño de su propia voluntad” (RV95). Lo triste del caso es que usemos ese don especial para justificar nuestra rebelión contra el que nos ha dado dicho don. Sí, Dios nos ha dado una voluntad propia, pero lo que más nos conviene es someter nuestra voluntad a la de Cristo.

Ojalá que, a diferencia de Jonás, tú y yo estemos listos para que Dios “haga de nosotros lo que él quiera” (Hebreos 13:21). Aunque me guste Jonás, tengo claro que no debo seguir pareciéndome a él.

Radio Adventista

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