FE
El respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Mateo 4:4.
En mi pueblo, simpatizábamos con los estadounidenses. El que llevó ahí las primeras plantas de piña (ananá, fue un estadounidense, Frank Peters. Todavía, cerca de la parcela de mi padre, existen unos enormes árboles de mango a los que la gente llama “los mangos de Peter”.
Frank Peters fue un benefactor de mi pueblo, pero hubo otro anglosajón que solo iba por el oro. En vez de defender nuestra riqueza, la gente de mi rancho le tenía lástima. Creían que la cueva donde el gringo sacaba el oro estaba embrujada.
Aún recuerdo cuando el gringo del oro llegaba en un Jeep de doble tracción y se llevaba a Chico, un adolescente blanco igual que él que descendía de españoles y franceses. Chico era su guía. Inés, el padre de Chico, estaba orgulloso. Decía que ya su hijo hablaba inglés. Cuando pasaban frente a nuestra casa, rumbo a la mina, los clientes de la tienda de mi padre decían: “Pobre gringo, va a terminar muerto. Esa mina está embrujada”. Pero el gringo no se murió. Cuando tuvo suficiente oro, dejó de venir.
Estábamos dominados por la superstición. A los niños los protegían con pulseras de una semilla que llamaban “ojo de venado”, para que no les diera el “mal de ojo”. Cuando los campos de chile florecían, les poníamos un trapo rojo, para que no perdieran la flor.
Había muchas supersticiones, pero cuando el evangelio hizo su aparición, desvanecieron el miedo y la ignorancia. Con la Constitución liberal que garantizaba la libertad de cultos fueron apareciendo predicadores de varias denominaciones cristianas, y la Biblia circuló. Llegaron los colportores y saturaron de libros la región. Las radiodifusoras comenzaron a transmitir los programas de La Voz de la Esperanza. Los jóvenes salieron a estudiar Teología y volvieron para instruir en las Escrituras a la población. Surgieron muchas iglesias.
En verdad, el evangelio es luz. “El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció” (Mat. 4:16). La superstición no ha desaparecido, ha cambiado de ropaje. Hoy se anuncia por todos los medios. No creas lo que la gente dice. Cree lo que dice Dios.