COTTON MATHER

Y así como cada persona está destinada a morir una sola vez y después vendrá el juicio. Hebreos 9:27.

Era el 16 de abril de 1669, cuando Cotton Mather, a los seis años de edad, observaba desde un rincón del cuarto de su abuelito cómo agonizaba. Los sirvientes iban de allá para acá portando fuentes de agua y frazadas, con el propósito de mantener lo más cómodo posible al anciano en sus últimos momentos. Con sus ojos nublados por las lágrimas, Cotton veía a su propio padre pegar el oído a los labios del abuelito, para tratar de escuchar sus últimas palabras.

-¡Ah, poder estar en Inglaterra en la primavera! -la voz del anciano, por lo regular potente y resonante, susurraba tan débilmente ahora que Cotton tenía que contener la respiración para escucharla- Creo poder percibir el olor del seto de árboles…

-¡Padre, padre! -la voz de papá Cotton era áspera mientras sacudía al anciano abuelito, en un intento por hacerlo recapacitar-. Estás a punto de morir. ¡Debes pensar en cosas más serias!

-Estoy listo -se le quebró la voz al anciano-. He dado mis mejores años a Dios y cinco hijos al servicio de la iglesia.

-Sí, padre, pero pronto estarás frente al Trono de Dios.[1] -He hecho lo mejor que pude -respondió el anciano-. He predicado el evangelio y he guardado la fe. Estoy listo para morir.

Cotton parpadeaba rápidamente para evitar que le corrieran las lágrimas. Se acercó más a la cama pensando en los misterios de la muerte y del juicio. Todo le parecía tan inexplicable. ¿Qué se sentirá estar de pie frente a Dios? Los niños también podían morir. ¿Qué haría Dios con un niño a quien no le gustaba quedarse quieto en la Iglesia y a veces se olvidaba de orar?

Cincuenta y nueve años más tarde, Cotton supo lo que se sentía. Enfrentó su propia muerte sin miedo, como lo había hecho su abuelo. El haber dedicado más de cincuenta años a conocer al Juez lo hacía sentir que se iba a encontrar un día con un amigo querido.

¿Sientes lo mismo al pensar en la segunda venida de Jesús? Ya sea que mueras y seas sepultado, o que vivas hasta cuando Cristo venga en gloria, el resultado es el mismo. A la hora de su regreso, todos tendremos que comparecer ante el Juez. Si te has amistado con él, no tienes nada que temer.

*Esta creencia, aunque muy popular hoy, como en los días de Mather, no es bíblica.