LA MADRE DE SANSÓN
MADRE DE LA PROMESA
He aquí que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda, porque este niño será nazareo a Dios desde su nacimiento hasta el día de su muerte. Jueces 13:7.
La fe de la madre de Sansón se manifestó inmediatamente, pues ella creyó lo que le fue dicho, porque sabía en su corazón que no era cualquier mensajero el que le había dado las buenas nuevas, sino un ser divino. Contenta, buscó a su esposo y le contó lo sucedido. Su natural timidez había evitado que le preguntara al ángel por su identidad (vers. 6).
Manoa le pidió a Dios que enviara nuevamente al ángel. Quería estar seguro de seguir al pie de la letra todas las instrucciones dadas por Dios. El ángel fue enviado otra vez, y reiteró las instrucciones dadas anteriormente a su esposa. Como resultado del encuentro con el ángel, Manoa expresó su alegría mediante el ofrecimiento de un holocausto a Dios.
Manoa y su esposa consagraron sus vidas a Dios porque conocieron los términos de esa consagración. Estuvieron dispuestos a obedecer al mensajero divino en todos sus requerimientos, para recibir el fruto de su consagración. Así como Manoa ofreció sacrificio al Señor, nuestra vida debe ser un ofrecimiento constante a Dios (ver Hebreos 13:15); más aún si estamos esperando un milagro de Dios, como Manoa y su esposa.
No sabemos el nombre de la madre de Sansón, sin embargo, esta mujer está a la altura de Sara, Ana y Elisabet, tres mujeres estériles. La esposa de Manoa fue una de las madres de la promesa” porque fue fiel a Dios. Por eso, él la eligió para que fuera madre de un caudillo que libertaría a Israel. Pero a pesar de haber sido una mujer temerosa de Dios y una buena madre, su hijo Sansón no la honró como ella merecía.
Si te culpas porque tu hijo se ha descarriado, piensa en esta mujer. Además, piensa que nunca está dicha la última palabra acerca de aquel que Dios prohijó en tu seno. Por lejos que estén tus hijos de Dios, si los dedicaste a él, si los educaste para él, y oras por ellos sin cesar, Jesús los llevará a sus pies, como lo hizo en el último instante de la vida de Sansón. —FB