LOS COCODRILOS Y DIOS
“El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos” (Sal. 103: 6).
Vivo en el África y, muy a menudo, pasamos por situaciones que nos invitan a reflexionar. Uno de los enigmas para explorar son los cocodrilos y Dios. ¿Creó Dios a los cocodrilos? ¿Puede Dios usar a los cocodrilos para bien o para mal? ¿Para qué están? Algunas personas podrían pensar que no deberían existir en esta tierra, que son feos y atemorizadores, y que matan y se tragan a muchas personas en los ríos y los estuarios de este continente. Pero esta historia real, que sucedió en el país donde viví por mucho tiempo, me revela que Dios es el gran Creador y que puede convertir las cosas feas en hermosas. Dios puede hacer cualquier cosa y puedo confiar en él.
Una niña de once años estaba caminando hacia la iglesia cerca de un río en Chiredzi, en el sur de Zimbabue. Cuando se dio cuenta de que la seguía un hombre malvado, conocido como asesino y violador. Ella corrió aterrorizada, pero se topó con un río que la separaba de la iglesia, su seguridad. Todo lo que pudo hacer fue correr pisando los troncos que había flotando en el río, con la esperanza de llegar a la iglesia antes que el hombre, que estaba unos treinta metros atrás buscando atraparla. Él la siguió en una persecución implacable, saltando de tronco en tronco. Pero, repentinamente, esos “troncos enojados” revolvieron el agua. Abrieron sus bocas bien grandes y destrozaron su cuerpo, mientras lo empujaban al fondo. Obviamente, esos “troncos” eran cocodrilos.
La aterrorizada niña llegó a la iglesia y contó a las personas reunidas sobre su escape, pero no se veía al hombre por ningún lado. Las personas se preguntaban si la historia era real, así que fueron al río a observar. Y allí, en el río, vieron a quince cocodrilos apacibles, flotando con sus espaldas y ojos sobresaliendo del agua. Se los veía satisfechos y tranquilos, bajo el calor del sol. Se podían ver las pisadas de la niña en el barro en ambas orillas. Las pisadas del hombre estaban solo de un lado y no muy detrás de las de ella.
Esta historia nos recuerda el relato bíblico del pueblo de Israel ante el Mar Rojo y la seguridad. Moisés les habló, diciendo: “-No tengan miedo -les respondió Moisés-. Mantengan sus posiciones, que hoy mismo serán testigos de la salvación que el Señor realizará en favor de ustedes” (Éxo. 14: 13). Ese mismo Dios todavía libera a sus hijos en cualquier lugar y en cualquier momento.
Toda la congregación renovó su compromiso con Jesucristo y muchos fueron bautizados.
JOY BUTLER